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lunes, 20 de abril de 2015

El niño de Barcelona, un seguidor de "The Walking Dead"

La muerte de un profesor a manos de un niño de trece años es algo terrible; de verdadera pesadilla. Algo difícil de creer, pero que ha sido una realidad, se ha superado la ficción. El joven ha entrado en el colegio con una ballesta fabricada por él mismo, llevaba también un cuchillo y, en la mochila, ropa de camuflaje y un líquido inflamable. Días atrás había comunicado a sus compañeros que iba a matar, y a matar muriendo. Ayer accedió a las instalaciones educativas, como era costumbre, aunque con un  poco de retraso, pero, sabía bien a quién buscaba. No es suficiente con decir que es un hecho aislado; algo pasa. 

A primera hora de la mañana de ayer, cuando comenzaban a sonar las alarmas en los móviles, con los "flases" informativos de los periódicos digitales, anunciando que un niño había matado a una maestra -luego resultó ser un maestro- con una ballesta y que había varios heridos, el país entero vivió unos minutos de estupefacción y preocupación: primero, por el hecho en sí; después, por saber en dónde se había producido la atrocidad; y, después, porque no parecía ser algo real. Aquí, en España, no puede ser. Pero, sí, lo fue, en el IES Joan Fuster, en el barrio de Navas, en Barcelona.
Ahora el presunto autor de la muerte y de los heridos, que pudo ser reducido por otro profesor -que se la jugó, pues no sabía qué otras armas podría esconder el niño- ha sido trasladado a un hospital para un reconocimiento. Mientras, los padres y familiares de las víctimas estarán destrozados, y todos los implicados -profesores y alumnos- traumatizados. Por extensión, todo un país conmocionado, confiando en que no se produzca el efecto "imitación". Y serán ahora los psicólogos, psiquiatras, forenses y sociólogos, entre otros, los que se apliquen para poder explicarnos por qué se ha producido este hecho o qué es lo que está sucediendo o qué es lo que estamos haciendo mal para llegar a esta violencia infantil y juvenil, que va en aumento como reflejan las estadísticas -muy preocupantes, por cierto- con los maltratos a los padres, por ejemplo. No es suficiente con que nos digan que el menor estaba en tratamiento psicológico y que la agresión podría haberse debido a un "brote psicótico".
Por su parte, los políticos -no sólo como ejercientes de la "cosa pública", sino también como ciudadanos- deben estar preocupados por este hecho. Y, entre otras cosas, por qué España se sitúa líder de Europa con un abandono escolar que supera el 21,9 por ciento, por ejemplo, también. No es para tomárselo a la ligera.
El ministro de Exteriores, Fernández Díaz, en nombre del Gobierno de España ha dicho que tendremos que "reflexionar entre todos qué tipo de sociedad estamos construyendo, qué tipo de valores estamos inculcando a nuestros jóvenes". Por su parte, el presidente de la Generalidad de Cataluña, Arturo Mas -quien por sus declaraciones diarias y actuaciones no es el mejor ejemplo para los menores- ha decretado una jornada de duelo para mañana y ha suspendido los actos públicos previstos para hoy. Pero esto no es así. Hay más, mucho más. Tampoco vale con que nos digan que esto es un hecho aislado.
Decía recientemente en un artículo Manuel Martos, director de la editorial Gredos, que se notaba una falta de "ideario cultural de los nuevos políticos" y que estos "son incapaces de darlos". No le falta nada, pero que nada de razón, y este pensamiento yo lo haría extensivo a casi todos los políticos, nuevos y viejos. El menor de Navas era un empedernido seguidor de 'The Walking Dead' y un adicto a la lucha libre y una calavera incendiada es la ilustración de su Facebook. No hay de qué extrañarse. Para algunos líderes políticos su ideario cultural parece resumirse en series de televisión.

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