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viernes, 24 de abril de 2015

Goytisolo o el absurdo en el Paraninfo

El que Juan Goytisolo muestre sus preferencias políticas en una entrevista -o en muchas, mejor para él, que más libros venderá, no por lo que diga, sino por la publicidad gratuita que se hace de ellos- me parece muy bien. Y si anuncia que iría a recoger el "Premio Cervantes" en chilaba, pues muy bien también; como si dice que iba a ir al acto en calzoncillos. Allá él: "paloquehayquever! Al final no llevó la chilaba, tampoco chaqué, pero sí una corbata de treinta y cinco años, pero corbata; no se atrevió a más, en lo que a los atuendos se refiere. Pero, hombre, una cosa es una cosa y otra es otra. Vamos, así lo entiendo yo.

De manos del mismísimo Rey de España, el prolijo escritor octogenario recibió el "Premio Cervantes", que otorga el ministerio de Educación, Cultura y Deportes, en reconocimiento a la labor creativa en lengua española a escritores españoles e hispanoamericanos. En esta ocasión, el premio para Juan Goytisolo, a quien le cogió de sorpresa el galardón, porque decía que sabía que no se lo querían dar. Pues, ala, ya lo tiene, con 125.000 euritos, para unas rondas.
El hecho de que se lo den o no, a mí me trae al pairo. Lo que fastidia es que una persona, con todo ese bagaje cultural e intelectual que él tiene, se comporte como si fuera un badulaque, en cuanto que se entiende que, a quien le otorga un premio -con el dinero de todos los contribuyentes- le debe un respeto: al Rey, a la Reina -aunque plebeya, pero Reina, que ha estrenado nuevo "luc", que no le queda nada mal, dicho sea de paso-, al ministro del "ramo", a todos los presentes en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y, sobre todo, a todos los demás.
Ya sabemos que a estas alturas de su vida a Juan Goytisolo no le va a faltar "qué echarse al coleto", y más con el dinero del premio, pero si quiere hacer política, si quiere apoyar a alguien políticamente, no era ese ni el momento, ni el lugar idóneos para hacerlo: le faltó al respeto a los asistentes allí presentes y -repito- a todos los demás, que somos los que hemos puesto el dinero, y no precisamente de manera crowdfunding, sino apoquinando los impuestos.
Afortunadamente, Juan Goytisolo está totalmente lúcido, razón de más para no haber apoyado a formación política alguna en su discurso, en un acto que ni iba ni venía al caso. O es que, en su senectud, quiere darnos a entender que apoya a un régimen como el bolivariano, el de Nicolás Maduro, que mete en la cárcel a los líderes opositores, que tiene al pueblo muerto de hambre y sin los bienes básicos -ahora quiere hacer una prisión sólo para empresarios, a los que culpa del desabastecimiento-, al que insulta a España -a sus instituciones y representantes políticos- y que también es partidario de un régimen como el iraní.
Desde luego, Goytisolo -si es lo que se proponía- lo logró: cogió a todos por sorpresa, nos sorprendió a la traición. Si pensó que lo estaba haciendo bien, alguien le tendrá que enseñar a saber estar. El que diga, por otra parte, que se dejen en paz los restos de su admirado Miguel de Cervantes, no nos parece ni bien ni mal. Eso no va a evitar -lógica y afortunadamente- que se vayan a dejar de vender los libros del "manco de Lepanto", y si con sus "reliquias"  -siempre que no se exhiban los dos brazos del autor de El Quijote- se atrae turismo y nuevos lectores, tampoco está mal, que falta hace, lo uno y lo otro. Goytisolo, seguro, aumentará la venta de los suyos, de sus libros, entre los integrantes de la cúpula del partido al que allí, vergonzosa y descaradamente,  apoyó. No creo que se vaya a hacer millonario.

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