No podía ser de otra manera, porque cuando Leticia Sabater habla se
paraliza el mundo. El otro día hizo temblar los pilares de la tierra, hasta el
punto de obnubilar la salida vacacional de prisión de la tonadillerra Isabel
Pantoja -“marinero de luces”- y la del diestro Ortega Cano -¡hay que parar,
templar y mandar!-, porque es que lo suyo fue mucho. Su himen levanta pasiones, hasta un millón, por lo menos. A sus más de cincuenta
años, la presentadora de programas infantiles quiere estar en el mundo de los
gozos, que sombras ya tenemos demasiadas. Y hace bien, que la vida es la vida y que la vida está cara.
Total, que se ha sometido a una operación vaginal, porque no estaba ella
muy conforme de la otra manera. Eso fue
lo que dijo en un programa de televisión, de esos en los que se escuchan cosas con
sustancia. Así que –para dejar de andarnos con rodeos- se ha operado el himen,
para poder dar cabida amistosa, sin discriminación de edad, color, religión y,
sobre todo, tamaño a todo aquel –imagino- que ella tenga a bien considerar.
No me digan, no se le puede discutir, caritativa sí que es. Y el sacrificio
de someterse a la operación, ya de por sí toda una heroicidad, si pensamos en
los fines altruistas que se persiguen. A la vez –pobre lo que ha tenido que
sufrir en silencio y sola-, se ha “destraumatizado”, porque ha habido momentos
hasta en los que ha llegado a pensar que era -a ver si lo digo- lesbiana. ¡Pobre,
ya les digo, lo que ha tenido que pasar! ¡Un verdadero calvario! Ha estado de “loqueros”,
hasta que se planteó, muy seriamente, exponerle el problema al cirujano de los
EE.UU. que le operó los pechos. Gracias sean dadas al doctor que nos desengañó
a la nuestra Leticia: no era ni lesbiana ni estaba de atar. Eso se solucionaba
con otra pequeña estancia por el quirófano, tres mil euros más y, ¡Ala!, a correr. El
problema estaba en sus partes pudendas, donde se le habían formado una especie
de “callos” como los cocinados "a la madrileña", que no le facilitaban, para nada, el
ensanchamiento en las relaciones afectivas más íntimas. No explicó, no obstante,
la presentadora a qué se debían esas “rugosidades”. Insinuó que podía ser por
el “estrés”, o sea que porque no se relajaba en los momentos oportunos, que,
al parecer, no han sido pocos.
Bueno, el caso es que ya todos felices y contentos, porque Leticia está
feliz y contenta, y, hasta tal punto, que lo cuenta. Porque, en realidad, el impedimento se le planteaba no “cuando estoy con hombres que la tienen de tamaño
normal”, sino “cuando veo un pene del tamaño de un caballo”, aunque creemos
entender que lo que quiso decir fue como el del tamaño del de un caballo, que, evidentemente, no es lo mismo. Oída la
explicación, quizá hubiera sido mejor que contratara a un mamporrero para las
ocasiones, aunque si se reproducían con la frecuencia que insinúa acaso tenga razón, porque de
los de ese oficio quedan pocos y están muy cotizados. De todas formas, no hay
mal que por bien no venga, porque según dijo la nuestra Leticia –que se ha ganado
a pulso convertirse en todo un bien de Estado- ya ha recibido en torno a “unmillóndepropuestasunmillón”
de “desvirgadores”, aunque dichas ofertas no son con contra prestación económica. Pero,
bien mirado, aunque sólo sea a un euro, como los granos, que no hacen granero,
pero ayudan a su compañero. !Se nos forra!
Pues no vean la que se nos avecina con esto de que laLeti –Sabater, no la
reina plebeya- se nos haya convertido en cuestión de Estado. La Princesa del
Pueblo está que se sube por las paredes, porque, aquí, después de la Princesa
Letizia –en este caso, sí, la plebeya. con "zeta"- la que tiene que estar es la mamá de
Andreíta, Belén Esteban, que anda tras irse a pasar unos días de vacaciones a
Honduras, a hacer una visita de cortesía a los de “Supervivientes”. ¡Que se aten
los machos! ¡Puf!
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