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domingo, 6 de diciembre de 2015

La beatificación de Pujol

Lo mejor, cuando se está en vísperas de la jubilación, es hacer mutis por el foro y pirarse. Vamos, me parece a mí. Sobre todo cuando se ha sido obispo y se ha tenido ocasión de decir muchas cosas y de haber hecho muchos enemigos y amigos, que de todo hay en la viña del Señor. Pero, no, Es  lo que no termina de aprender el cardenal Sistach, el de Barcelona. Se jubila el día después de Navidad y, en vez de loas por el nacimiento del Niño, lo que hace son alabanzas del expresidente de la Generalidad de Cataluña, el muy exhonorable Jjjordi Pujjol.
La verdad es que esas cosas suelen hacerse cuando hay alguien de cuerpo presente; no es normal hacerlo cuando se le tiene de cuerpo entero, vivito y coleando. Será porque ambos mantuvieron buenas cenas y alguien le pudo llenar a alguien el cepillo. Ciertamente, no se es bien nacido si no se es agradecido. Y, a lo que se oye, porque lo dice el propio cardenal Sistach, es las dos cosas a los ojos de Jjjordi Pujjol.
Para el cardenal, el expresidente y exhonorable ha sido un referente para Cataluña -que no digo que no, a los hechos me remito-, pero que esté convencido de que también es un "referente de honestidad" eso ya no se lo cree ni el monaguillo que toca la esquila, pese a las buenas propinas que le "sacudiese" el ínclito "exyex".
Aunque, ciertamente, tiene el cardenal su parte de razón para tal aseveración, porque una cosa "es el padre y otra son los hijos" y, qué duda cabe, los padres son los responsables de los hijos hasta que son mayores de edad. A partir de ahí la relación puede pasar a ser calificada de mafiosa. Por eso, habría que saber -esperemos que algún día- cuánto se ha llevado el padre y cuánto los hijos y cuánto, en total, entre todos. Y no nos olvidemos de la mujer del padre, es decir la madre de los hijos, que también cuenta, y mucho, mucho. ¡Puede que veinte mil o que treinta mil millones de euros, al final! Por especular que no quede. Ya los jueces, ya, Dios mediante, nos lo contarán. De momento van tres mil de los euros, pero en millones.
No hay duda, como todo "quisqui", de que el expresidente y exhonorable ha hecho cosas buenas -no en demasía, y siempre cortas y bajas- y otras muchas "muperoquemumalas", pero eso, como bien reza el cardenal Sistach tiene que decidirlo el juez y, no se olvide el "pater", de que el que nos ha de juzgar, el último día, a todos, incluido el cardenal, también tendrá algo que aportar. Y el algodón no engaña.
Otro de los razonamientos, no menos gracioso, que utiliza el cardenal Sistach para salvar en vida al expresidente y exhonorable, es que está bien que los periódicos hablen de la corrupción -en general, no la vayamos a fastidiar ahora-, pero menos, porque si se habla o escribe mucho de ello, de la corrupción, corremos el peligro de dejar de creer en los políticos y esto puede acarrearnos consecuencias como que "puede salir un Chávez". Amén Jesús. Y los peregrinos a Santiago de Compostela.
No es de extrañar -pero "ná"- que el momento de su jubilación, la del cardenal, sea llegado. A buena hora. Pero, no si antes seguir luchando -sin prisa, pero sin descanso- por la pronta beatificación del arquitecto -el responsable intelectual y práctico- del templo de la Sagrada Familia, Antonio Gaudí, que sus razones tendrá. Confiemos en que por el complicado y arduo y duro camino no se cruce y se sume al carro el expresidente y exhonorable Jjjordi Pujjol.


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