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viernes, 25 de diciembre de 2015

La indecencia del Rey

Si es que estamos de acuerdo con su Majestad. Todo lo que anoche nos dijo no es nada nuevo bajo el sol; lo contrario sí que nos llamaría la atención. Estamos de acuerdo hasta en el escenario que eligió para darnos un repaso, o transmitirnos una bulla, que nunca se sabe, según se interprete; porque, a la chita callando, lo dicho dicho está, y no hace falta que diga más. ¡Entendido, los de los fogones! Y del lugar escogido- el Palacio Real-, igualmente, de acuerdo. Un buen símbolo de las grandezas y miserias de la nuestra Patria durante el tiempo y a lo largo y ancho del mundo.
No por esperado resultó menos agradable escuchar a alguien que nos halaga el ego, porque -¡mecá!- vamos un poco cansados de oír a maledicentes que somos, pero no, que no somos, y que unos más que otros, que parece que nos la tienen preparada a la vuelta de la esquina. Bien sabe su Majestad Felipe VI de las glorias y miserias de este todavía país que llamamos España. Está bien que nos convoque a la serenidad, tranquilidad y unidad en defensa de la Constitución, la "probe" tan puesta en entredicho últimamente, incluso vilipendiada y denostada..
Nos pidió su Alteza Real mirar al futuro, en estos nuestros tiempos que estamos viviendo, con diálogo, concertación y compromiso, porque, al fin y al cabo, España es lo primero, lo más importante. Aunque no se le entendió muy bien qué quiso decir cuando habló de nacionalidades y regiones. Confío en que no estuviera nostálgico del su paseo en coche, como conductor -chófer- del delincuente Arturo Mas. De todas formas, por mucho que haga y diga -cosas de cajón- el nuestro Rey, todavía hay mucha gente que no se entera, que no entiende nada y, por lo tanto, no comprende ni en dónde está, ni tan siquiera cómo ha llegado hasta la "gloria", ni cuál es su deber para con la Patria, ni saben, quizá, que España es una Patria. ¡Qué pena que no tengan una Patria!
En esas estamos, que hay quien prefiere romper el país, si es que puede, y encabronar a los ciudadanos, engañando, mintiendo o utilizando cualquier tipo de argucia, con tal de llegar al poder, para desde él destruir lo que haya quedado edificable. Es que no se enteran de nada. De poco sirve que el Rey les diga que no es eso, que no es eso, que miren para atrás y vean lo que pasó, no hace, relativamente, muchos años. Pero, les da igual. Para ellos el Rey no tiene altura de miras. ¡Será por estatura, coño!
Ahora, los que no han digerido todavía el discurso real son los nacionalistas. A esos sí que les llegaron las palabras de Felipe VI, tanto que se les han clavado como dagas. El expasajero, delincuente Arturo Mas, con su cantinela de que quiere expresarse. El republicano Gabriel Rufián -tunante y también truhán, en su más amplio sentido de la palabra- ha querido zaherir al Rey calificándolo de "indecente", pero, claro, no ofende quien quiere sino quien puede. Si por decir el Rey lo que ha dicho es un indecente, bienvenida sea la indecencia del su también su Rey. La reacción de los guarrillos de las CUP no podía ser otra: les resbala lo que diga, porque ellos ya son Republica, por tanto no tienen Rey, ni nadie que los entretenga. Pero el Rey sigue siendo el Rey, pese a ellos. Y es que ellos lo saben.
Miren ustedes por dónde, otros que se han considerado ofendidos y decepcionados por el Monarca son los peneuvistas, de las provincias vascongadas, para quienes Su Majestad ha hecho "una defensa extrema de lo que ya tenemos, lo que no lleva a ninguna parte", desde luego, sobre todo a donde ellos pretenden llegar. Y fíjense, hasta los etarras de HB-Bildu, que están muy crecidos -aunque no muy sensatos- se atreven a opinar que Felipe de Borbón personifica todo lo malo del Estado opresor, es decir España. Pues, ala, que vayan a ver a su socio el "podemita" y que se lo casquen.

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