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viernes, 18 de diciembre de 2015

Las amenazas del fiscal

El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, se equivoca, o al menos defrauda al personal, hace muy mal, con no presentar una denuncia contra su agresor, el de Pontevedra. El "guantazo" que le propinó el delincuente no puede ser considerado algo anecdótico y menos como un "incidente", como lo ha calificado el líder "podemita", quien, por cierto, a estas horas todavía no lo ha reprobado. También se equivoca Rajoy al querer quitarle la trascendencia política. A no ser que lo mueva otro sentimiento, como es el que elCapi sea familia, aunque lejana, de su esposa.
Rajoy ha debido presentar denuncia contra el joven "podemita", porque la agresión llevaba implícito -aunque él se quedó el golpe- agredir a todos, a la democracia porque él es el presidente de los españoles. Y, como tal, debe dar ejemplo, denunciando los hechos, igual que a través de los medios y las diferentes campañas insta desde el Gobierno a que las mujeres que se sientan maltratadas denuncien a sus maltratadores. Ejemplo tibi. Es más no sólo debería haber denunciado a elCapi, sino a todos aquellos que le acompañaban y luego lo vitoreaban y jaleaban. Eran sus cómplices y con ellos había planificado y premeditado la acción.
Y hace mal el presidente Rajoy en querer quitarle o no querer ver en el ataque ninguna trascendencia o aspectos políticos. Porque, miren, los tiene. El joven pertenece a las mareas gallegas, la marca blanca "podemita" en aquella región, y estaba alentado y alimentado por quienes continuamente instigan a la violencia, al odio, a la revancha, no se sabe ni de qué ni por qué. Pero es tan cierto como que se alegraban cuando agredieron a los policías que custodiaban el Congreso -para ellos, eso es democracia, el zurrarles- o que disculpan al terrorista Alfon, o entienden"políticamente" la violencia y asesinatos etarras y se coaligan con los terroristas para las elecciones de pasado mañana, o apoyan los regímenes iraní y venezolano, de quienes reciben más que generosas dádivas. Si eso no tiene una trascendencia política para el presidente, que venga Dios y lo vea.
Otro que en este caso se ha equivocado, de tomo y lomo, es el fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Pontevedra, Juan Carlos Aladro. No sé si por afán de protagonismo -no todos los días se tiene en la capital de la provincia tanto medio de comunicación- o por exceso de celo o por ambas cosas a la vez. No tuvo el fiscal el más mínimo rubor de dirigirse a los periodistas que cubrían la información para allí, en la calle, advertirles de que algunos medios de comunicación podrían haber vulnerado derechos del joven agresor -menor de edad- del presidente del Gobierno.
Sin sonrojo alguno -¡fíjense!- el fiscal de Pontevedra les dijo a los periodistas que se acercaba a ellos para "advertirles de que no identifiquen en forma alguna a la persona del menor". El fiscal -miren ustedes qué mayor, ilustre profesor- aleccionó a los periodistas, recordándoles que hay una Ley de Protección del Menor y les ha vuelto a advertir de que "no es posible tomar imágenes del menor, ni identificarlo de ninguna manera, ni su domicilio, ni su colegio, ni su residencia, ni nada que se le parezca". En resumidas, una amenaza y coacción a los periodistas, que, se les supone, saben lo que tiene que hacer y cómo; si el señor fiscal no está de acuerdo, pues ya sabe lo que es pertinente. Para algo están los tribunales de Justicia. !Amos, digo yo, que por figurar un rato -sus segundos de gloria- acaso la advertencia se le vuelva contra él! ¡Nos ha "amolao", si ya no existe la Ley de Prensa e Imprenta!

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