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jueves, 17 de diciembre de 2015

El presidente, solo y en peligro

Déjense  ya de si son galgos o si son podencos. El que agredió miserablemente al presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, es un integrante de las mareas gallegas, las marcas blancas de Podemos. Un "podemita" que no actuó por casualidad. Lo tenía bien planificado, y en la acción estuvo acompañado -como "observadores"- y jaleado por otros, que se fueron de rositas después de "descojonarse". Como así también se irá el agresor y delincuente, que dice encontrase satisfecho de lo que ha hecho, por ser el pollo menor de edad. Se las saben todas.
El puñetazo que "abocajarro" descargó ese malnacido contra el presidente de España es el "mamporrazo" del odio -y de la vergüenza internacional y propia- que desde medios de comunicación bien identificados se alienta día tras día y que recogen de políticos que pretenden llegar a la jefatura del Estado; políticos también bien identificados. Y, para muestra, los discursos, arengas, soflamas que sueltan los líderes la izquierda extrema. Dos, con diferentes collares, pero con el mismo discurso. No en vano uno es el amo y otro obedece a la voz. Voz que, por cierto, todavía no ha repudiado p-ú-b-l-i-c-a-m-e-n-te la agresión.
Eso se veía venir -y esperemos que no haya más-, porque así se lo están inculcando quienes alaban y defienden a los terroristas y se alían y coaligan con ellos. Porque así lo ejemplifican quienes no quieren pertenecer al Pacto Antiyihadista -aunque incompresiblemente se les deja participar como observadores del Pacto- y pregonan el ¡No a la guerra! Porque así lo predican quienes fomentan y apoyan a los regímenes dictatoriales, opresivos y asesinos, como Venezuela e Irán, países de los que, incluso, reciben dinero. Porque así lo inoculan quienes justifican y piden la libertad de asesinos en potencia, como es elAlfon, afortunadamente en prisión. El odio, ya digo, la "malababa, la envidia" y la frustración personal de acomplejados, dados a las depresiones, todo eso lo transmiten a través de medios de comunicación, que se prestan a ello, con plumíferos y empresarios faltos de toda ética y moral.
Este "acontecido" de ayer no es algo anecdótico dentro de una campaña electoral. Es un hecho muy grave, gravísimo, que no puede quedar impune, pese a que fuera protagonizado por un menor de edad, que no por un desconocedor de las leyes. El fiscal tiene que actuar de oficio y, con carácter de urgencia, mover todos los resortes de la Ley para que este hecho no quede en un paréntesis pasajero y olvidado, sino más bien para que, a la mayor brevedad posible, se resuelva con una sentencia ejemplar y ejemplarizante. Pero, no sólo contra el que ejecutó el hecho, sino contra todos aquellos que allí mismo lo jalearon y con él planificaron, muy posiblemente, la agresión, porque, bien se ve, no fue algo repentino, sino que había planificación y premeditación previas. No en vano el afectado fue el presidente del Gobierno de España, el presidente de España, el presidente de todos los españoles, independientemente del partido político al que pertenezca.
Pero, si grave fue el hecho, no menos grave fue la actuación de los servicios de seguridad del Presidente. Entendible es que el joven delincuente -que apunta maneras para ser ente de prisión- pudiera acercarse a Rajoy, porque en campaña quiera este tener un acercamiento a los ciudadanos. Ahí poco pueden hacer los escoltas, sino rezar para que nada acontezca; pero sucedió. Una vez que el presidente recibió el "trallazo" -que pudo costarnos un grave disgusto-, los policías salieron detrás del agresor y -viendo las imágenes- aparenta que el presidente se queda solo y desprotegido. En cualquier caso -y eso hasta se ve en las películas-, el presidente, sin pérdida de un segundo, tenía que haber sido sacado se allí, "en volandas", protegido por sus escoltas, haciendo incluso ostentación de sus armas. El presidente tendría que haber sido visto y no visto -unpispas- y trasladado a lugar seguro. El que sí estuvo en lugar seguro fue el delincuente. Es más -eso es de cajón-, tenía que haber sido llevado, posteriormente, a un hospital, en donde se le reconociera, y, si fuera necesario, quedar ingresado temporalmente, como medida preventiva. Si hay que suspender el mitin, se suspende, que por menos no asistió al suyo el líder "podemita" en Bilbao, porque tenía que salir en "Lasexta". Y, por favor, podrían haberle facilitado unas gafas, que en cualquier farmacia encontrarían unas que le hubieran sido adecuadas. ¡Que es el nuestro presidente, el de la nuestra España! Por si es que no se ha enterado el arlequín de los cinco calzoncillos, que es que Rey ya tenemos y nos sobran sus babeos, los del arlequín.

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