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lunes, 12 de septiembre de 2016

Valdeón o el desencuentro Valladolid-Madrid

La una -Valdeón- se fue después para Valladolid,
al amparo de Juan Vicente Herrera
 y el otro -Maíllo- para Madrid, a la vera de Mariano Rajoy

Bueno, pues en estas estábamos, volviendo al caso de la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, la zamorana Rosa Valdeón. Esperábamos, aunque sólo fuera, unas palabritas, como "lo siento" o algo parecido, del presidente Juan Vicente Herrera. Pero, oigan, que a mis oídos no han llegado. Era el "pertinente" con el que laValdeón tenía que hablar antes de tomar decisión alguna tras ser "cazada" con el alcoholímetro en la tarde del viernes. Fue rápida en su decisión la exalcaldesa de Zamora. En menos de veinticuatro horas valoró, se vio con el "pertinente" y dimitió.
Fueron dos cervezas de nada, una pulguita y un ansiolítico los que dieron al traste con la carrera política de la médica Valdeón, a la que se señalaba como la sucesora de Herrera al frente de la Junta. Un madrugón para llevar a sus hijos al aeropuerto de Barajas prolongó la jornada de ese día, uno de los más largos -interminables- y aciagos de su vida política y, acaso, puede que personal. De Arévalo -en la provincia de Ávila, donde se produjo el accidente- a Morales de Toro -a unos cuarenta kilómetros de Zamora, donde la retuvo la Guardia Civil- se le abrió un paréntesis donde no existe nada; después la dura y cruel realidad se abrió para laValdeón.
Fueron sus compañeros, el consejero de Medio Ambiente, Suárez-Quiñones, y el portavoz del grupo parlamentario pepero en las Cortes castelloleonesas, Carriedo, las voces, que entendemos como oficiales, los que han lamentado lo sucedido a "una gran consejera y una gran vicepresidenta". Ahora, ya ex.
Y también los de laPesoé han remarcado la valía de laValdeón. Pero, lo que más ha sorprendido han sido los "piropos" que le han lanzado los podemitas, que, casis casi compungidos afirman que la región "pierde hoy a una persona de una extraordinaria valía", una política de "extraordinaria honestidad y coherencia". No, si no en vano algunas voces maledicentes afirmaban que cuando era alcaldesa de Zamora lo mismo lo había podido ser por laPesoé que por laPepé. Ya ven, acaso porque entonces no existían los morados, salvo en las procesiones de la Semana Santa zamorana. Chascarrillos de capitales de provincia.
Pero, ya digo, que elHerrera ni mus. Menos mal que Carriedo la defendió de los ataques de la coordinadora del Pepé zamorano y presidenta de la Diputación provincial, Mayte Martín Pozo, que le pedía a laValdeón que dimitiera también como procuradora de la Cortes regionales, porque sólo ha "asumido sus responsabilidad a medias". De momento, parece que sigue con el acta. Carriedo, furibundo, le ha dicho a la de la Diputación que mejor se ocupe de sus asuntos y ponga orden en la Institución, que "no está exenta de problemas".
Es en este párrafo anterior donde subyace la "guerra" abierta entre la Junta de Castilla y León y el Pepé central. Cuando lo del "Caso Soria", fue Rosa Valdeón la primera voz discrepante del Pepé a nivel nacional. Dijo sentir vergüenza por la propuesta del cargo a Soria. Pero, es que los de Castilla y León estaban hasta el moño de las decisiones de Soria, cuando era ministro, sobre la minería, y ahí lo pillaron. Porque la sentencia de la vicepresidenta, entonces, era en nombre de y por Juan Vicente Herrera, que ya le había dicho a Rajoy que se mirara al espejo tras las Generales del 20D.
La presidenta de la Diputación de Zamora, Martín Pozo -pariente del Martín Pozo de Burgos, pero zamorano-, también hablaba sobre laValdeón en nombre y por del "inquilino del quinto" en Génova, que no es otro que Martínez Maíllo, secretario de Organización de laPepé, quien, a su vez, fue el anterior presiente de la Diputación zamorana. ElMaíllo y laValdeón coincidieron en sus respectivos mandatos en Zamora: la una, como alcaldesa de la ciudad; el otro, como presidente de la Diputación y presidente del partido provincial. De sus encuentros y desencuentros salían chispas, rayos, truenos y culebras. La una se fue después para Valladolid, al amparo de Juan Vicente Herrera y el otro para Madrid, a la vera de Mariano Rajoy. El desencuentro sigue en los más altos niveles, sólo que, sólo se entrevé a través de sus respectivas correas zamoranas de transmisión.


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