¡Le zumba el bolo a laCristi! A quién se le ocurre irse a
sustraer –eufemísticamente de robar- unas cremas en un súper a 22 euros la
pieza, o sea cuarenta y dos en total, cuando está las de Liedel, que las encuentra a dos cincuenta, y que dicen que son más
resultonas que las de marcas. ¡Hombre, será por dinero! Era, entonces,
vicepresidenta de la Comunidad de Madrid.
Que digo que podría detraer esa pasta de su sueldo de miles de euros para
comprar las cremas, aunque ello le supusiera un gran esfuerzo, más mental que
crematístico. Pero, no, lo que detrajo fueron los tarros, que le iban a dar la
juventud eterna.
Ya le vale a laCristi. ¡Manda
güevos, que diría su compañero de partido, el amigo Trillo! Todo su reino lo ha entregado laCristi por un par de
tarros. Porque lo que realmente ha sido la causa de su dimisión es eso, por más
que diga que fue un error y que luego los pagó. Claro, lo normal: primero, la
“pillada” y, luego, el pago del producto. Una cleptómana, como dicen que es, lo
tiene más que aprendido, así que de poco sirven las excusas. No ha escarmentado.
Mejor que practicar la cleptomanía se había dedicado, desde su cargo como
presidenta de Madrid, a promocionar la melomanía,
que falta hace. Todo le habría salido más musical.
Así, se queda, descompuesto y sin
novia, el candidato pesoísta Gabilondo.
Lleva el hombre años arrastrando su pena, pero no se le logra ser presidente de
Madrid, ni a través de las urnas ni
por medio de la moción de censura, porque, si es que la hay, los Ciudadanos tampoco lo van a apoyar. Por
muchos vídeos que haga, asesorado muy probablemente por su hermano Ángel, el que fuera de la SER, no sube un ápice. No creo que sea
porque no lo vale; más bien me inclino porque no llega al personal, no tiene
carisma o dicho de otra manera: es bastante feo. ¡Qué quieren que les diga! No
todos hemos nacido agraciados ¡¡Ejem!! Quizá si hiciera sus campañas sólo a
través de la radio, le iría mejor, como a su hermano.
LaCristi se va, sí, pero los
peperos ya están madurando a otro colega, que es probable que pronto caiga del
guindo. La “montorada” le puede salir cara, muy cara, al ministro de las Haciendas. Que ya digo, que muchos le
tienen ganas, pero muchas, porque se pasa de chulo, y ya no tiene edad para
ello. Pero él insiste en que ni un duro público se gastaron los golpistas. Llarena le dice que lo demuestre y su
colega Dastis, el de los Exteriores –llamado elAdelantado, porque viene abriendo el
camino del que le ha obligado a decirlo- contradice a Montoro y también el del pelo “plateao” insiste en que los
golpistas se gastaron dinero público para el referéndun ilegal del UnoaCero. Lo más duro: la Abogacía del Estado en Cataluña lo viene a corroborar, que sí,
que sí, que los golpistas detrajeron dinero de las arcas públicas. Así que, ya
digo, otro más a punto de caramelo.
Y ya saben que no hay dos sin
tres. ElPresiRajoy quiere el camino
despejado para las próximas Generales,
y ya ha empezado la poda, aunque no sea época. Pero es que él es así, tiene la
virtud de coger a todos –incluida la oposición- a contrapié y él siempre se
salva de la quema. De hecho, ya ha llegado a un acuerdo con los separatistas de
la peneuve para aprobar los Presupuestos
Generales del Estado. Desde Moncloa afirman que por cuatro perras, aunque
algún día se sabrá la verdad. Lo cierto es que, además de congraciarse con los
“jubilatas”, le ha dado por el trasero a los sindicatos, quienes, por otra
parte, son unos impresentables. Dos pájaros de un tiro y el que está madurando.
Redondo.
A todo esto, el personal está
preocupadísimo. Quiere la gente saber en dónde se ha metido la esposa del Rey, la señora Leticia. Se sabe que está muy “encabroná” por las rectificaciones -humillaciones, dirían los sus partidarios-
que se ha visto obligada a realizar tras las que ella le hizo a la reina Sofía, con lo de las fotos en Palma y todo eso. Parece que la señora
Leticia ha querido vengarse por todo ello en la persona de su marido, el
mismísimo Rey de España. Lo dejó
“plantao” ante el mundo escogido de las Letras
españolas en un acto de los del Premio Cervantes.
Oigan que desapareció, tal cual les digo. Para mí que la señora Leticia se fue
de copas a Lavapiés, Chueca o Malasaña. Le gusta estar
con los plebeyos más que con la realeza, y sobre todo si no le permiten los
caprichos de una tal.
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