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martes, 17 de abril de 2018

Que lo expliquen


Un tren, al que han dado en llamar “El tren madrugador”, que todavía ni siquiera se ha estrenado, se ha hecho ya más famosos que el propio Rintintín o el “Pupas”, pero no por méritos propios –al fin y al cabo tan sólo es un tren-, sino por demérito de sus gestores y amigos. Decían que Zamora no iba a tener tren, y tampoco tranvía. Tranvía casi seguro que no, y tren, como diría un sayagués, aunque las vías y el carro le llegaran hasta la mismísima puerta, “pué que acaso". Porque el regalito, llegó por sorpresa, desde Segovia, de la mano del ministro de Fomento.


Pero, no era para menos: una presidenta de la Diputación, que heredó el cargo de Martínez Maíllo, el hoy todo poderoso secretario general de Organización de laPepé, y Ana Pastor, la segunda autoridad del país –si obviamos al nuestro Rey-, exministra de Fomento, formaban un trío influyente. Aún así y todo, ninguno movía ficha. Tuvo que ser el empuje popular, con más de quince mil firmas recogidas –todo un éxito teniendo en cuenta la despoblación de la provincia zamorana- el que los hiciera mover.

Los zamoranos comenzaban a estar artos de estar tan artos. Parece que la flauta sonó, por casualidad o no, pero el caso es que los zamoranos iban a tener tren, después de ver pasar, unas veces para arriba y otras para abajo, los convoyes de Galia a Madrid, y viceversa.

Eran los “gallegos” los trenes a los que los zamoranos tenían que adaptarse, por cierto, malamente. Constituía, sin duda, un agravio comparativo continuo, además, el que los vallisoletanos, los leoneses, los palentinos y los charros de Salamanca disfrutaran a lo grande de las “diligencias” metálicas. En los cartelones de Chamartín salían los nombres de esas ciudades como lugares de origen o destino; el de Zamora, como lugar de paso. En los boxes, cada uno tenía su lugar; para Zamora, no había sitio.

Y cuando se sorprende a los zamoranos con que sí iban a tener tren propio, con origen y final en la ciudad, apechan de Renfe-Adif, con una muy próxima inauguración de “El tren madrugador”, para el siete de mayo; pero, más sorprende aún cuando este lunes colocan los precios de los viajes: sesenta y un euros ida y otros tantos de vuelta, o sea sesenta y dos euros ida y vuelta y por persona. Inaudito e indecente, cuando al ladito mismo, desde la capital charra la ida y vuelta se "cotiza" a poco más de veintidós euros.

La revolución en las redes –que no todavía la revolución social- fue de las de primera. Algo que parecía increíble se convertía en una cruda realidad: ponen el tren para quitarlo. Otra más de las ignominias cometidas con la provincia, quizá de las más graves y crueles de los últimos tiempos. Son muchas las esperanzas depositadas en ese tren para el desarrollo de todas las comarcas zamoranas en general y de la capital, en particular. Pero, con esos precios, nada qué hacer.

Esa misma noche –así que podemos hablar de que ha habido nocturnidad- esas tarifas se rebajan, pasando el precio por trayecto de 31,45 euros a 11,80 euros. Prácticamente veinte euros de diferencia por viaje. Así. Por eso, los zamoranos, igual que les dicen una cosa u otra, requieren una explicación y otra más por la implantación de los horarios, muy poco adecuados para los intereses de la ciudad y de los viajeros, o clientes, como le ha dado en llamarlos los de Adif. Es la manera de que Adif -Renfe y Zamora se den una oportunidad mutua. Desde luego, los zamoranos están dispuestos a ello. Si fue posible un cambio –no digamos ya rectificación- en las tarifas, todavía queda la esperanza de que algo parecido suceda con los horarios. Todo es cuestión de voluntad, aunque sea, lo más probable, una voluntad política más que comercial y social. Pero que lo expliquen y se dejen de hacer el "ridi".

 

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