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domingo, 24 de junio de 2018

La explotación de los romanos


Lo de derribar el acueducto de Segovia es algo así como el que asó la manteca o, si cabe, mayor imbecilidad que el que va a vendimiar y se lleva uvas de postre. Así y todo, tampoco crean que la propuesta ha exaltado en demasía a los segovianos, que están como el que la ve pasar, y eso que el monumento es uno de los grandes atractivos de la ciudad castellanoleonesa para atraer el turismo,, que, cada vez, le da más vida a la ciudad.


Esa ha sido la gran idea y propuesta de un tal Jesús Arroyo, un tipo que se mueve como pez en el agua por las televisiones, pero que ha preferido reclamar firmas a través de la Plataforma Change.Org. Hasta ha conseguido ya unas cuantas de apoyo. “Taraos” es poco considerarlos, por mucho que se empeñe elArroyo en que es necesario su derribo por parte del Gobierno, porque será el monumento una verdadera obra de ingeniería, pero constituye todo un símbolo “de opresión por parte de los romanos”.

Pero, agárrense, una vez se destruya la obra que sirvió para llevar el agua desde la sierra de Guadarrama a la ciudad de Segovia propone el “tontales” que sus piedras sean utilizadas para construir un “centro por la memoria y contra la explotación laboral”. Y se ha quedado tan pancho. Tanto que ha insistido en que con el “derrumbe” se evitaría que “se sigan realizando allí homenajes y celebraciones a los opresores romanos”. Eso afirma, el “pesao”.

Vamos, que ni los talibanes, destruyendo un Monumento Nacional y declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Pero, que, de triunfar la propuesta de este “descerebrao” –y cosas más difíciles se han visto- los segovianos, y con ellos todos los españoles, nos quedaríamos sin una de las joyas de la corona, una joya que sus constructores “explotadores” hicieron posible hace más de dos mil años colocando más de veinte mil sillares de granito, sin utilizar tan siquiera argamasa.

Ya les digo una idea peregrina, digna de del socialista elCetapé y los podemitas de elPabloManué. Es que eso de las memorias y las represiones –que si las hay, bien y, si no, se las inventan y manipulan- les va ni que “pintao”. Luego, podría llegarle el turno a la catedral de Burgos, porque su espadañas contaminan las alturas, o la catedral de León, porque a su alrededor se ha creado un barrio que no le gustan a los proponentes por ser Húmedo, o la de Zamora, que ocupa un terreno “chupi” para poder construir unos bonitos miradores con vistas maravillosas al Duero a su paso por la ciudad, o la de Salamanca, y así hasta acabar con todos los monumentos que en España los hay, y muchos. Eso sí, la Sagrada Familia ni tocarla, que eso no le haría gracia a los obispos catalanes y, por supuesto, al abad de Monserrá

Y pensábamos que tras elQuinito, el de la Generalidad catalana, no cabían ya más tontos en España. Pues, velahí, pues no. Eso parece.


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