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domingo, 10 de junio de 2018

La perversión

Desde que el sociólogo zamorano Amando de Miguel escribiera aquel libro sobre La perversión del lenguaje -y ya hace años-, primordialmente por parte de los políticos, son pocos los miembros de la RAE -la Academia de la Lengua, que fija, limpia y da esplendor- que se atreven a salir en su defensa, la de la Lengua, me refiero, frente al desconocimiento que de la misma tienen los políticos. Parece como que les da miedo dejar al descubierto, de avergonzar, a los políticos que muestran, sin saberlo, su ignorancia total del conocimiento del idioma en el que se expresan, en el que tienen que hacerse entender.
No es eso lo peor. Los académicos, además de consentir esas ignominias políticas contra el idioma, en este caso el Español, vienen a alabar o a acceder a esa decrepitud de los políticos para con la Lengua. La ignorancia, la falta de formación y, en no pocas ocasiones, despreciable número de casos, del analfabetismo funcional se impone a los miembros de la Academia, que cada vez que surgen algunas de estas barbaridades hacen genuflexión, se santiguan y las dejan pasar, cuando no las apoyan.
En efecto, y como dice el académico heterodoxo de la Academia Arturo Pérez Reverte, es como para sentirse avergonzado. Razón de más, cuando el académico Reverte hace referencia a la academia francesa de lo mismo y al Gobierno galo, es decir de allí, cuyos integrantes consideran que su idioma es "un patrimonio importante, no un chalaneo de demagogos oportunistas". Así, admirémonos, el Gobierno de los gabachos ha tenido que prohibir, ante semejante situación de aberraciones lingüísticas, que "los textos oficiales incluyesen los pronombres masculinos y femeninos para referirse a un conjunto de personas de ambos sexos".
Ahí está, sí, ahí, la diferencia entra la RAE y la Academia Francesa de su Lengua. La Academia Francesa, además de fijar, limpiar y dar esplendor, se supone, a su Lengua, advierte de que el "lenguaje inclusivo", en particular el de los políticos mal hablados pone en "peligro mortal" el idioma nacional y que la "nación es responsable de ello ante las generaciones futuras". Como se aprecia, el gobierno francés se ha mostrado sensible a la advertencia y ya ha comenzado a colaborar con la Academia, la suya, claro.
Por contra, a la Academia Española de la Lengua, la RAE, parece que estas cosas le hacen gracia, y ya ha aceptado como no incorrecta, o sea correcta, la fórmula de juramento expresada en la toma de posesión de los nuevos ministros socialistas, es decir Consejo de Ministras y Ministros. Ellos se lo guisan y ellos se lo comen, los políticos y los académicos. Unos ponen la lana, los ignorantes, y los otros la cardan, los de la Academia.
Por eso, que nadie se asuste de que Pérez Reverte, siendo mimbro de la Academia, esté muy "enfadao" por el "cardeamiento" del lenguaje por parte de sus "coleguis". Coñe, que también dieron por bueno lo de "miembros y miembras" de la ministra socialista del Gobierno de elCetapéBibiana Aído, cuando ésta tenía poco más de diecinueve años. O la última de la "portavoza" de la izquierda podemita, Irene "Montera", en el Congreso de los Diputados -que no de diputados y diputadas-, quien apremiada por su exiguo vocabulario, no le quedó más remedio que, para salir de un apuro verbal, decir lo primero que se le vino a la mente: lo de "portavoces y portavozas".



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