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martes, 2 de octubre de 2018

Del paro, a vender a España


O sea que, en efecto, el presidente del Gobierno de España, elPresiSánchez, ya ha regresado a este nuestro país. No se sabe si para lavar la ropa sucia mientras hace de nuevo las maletas o ya es para quedarse, como era lo previsible después de que ganara la moción de censura, con el apoyo, entre otros, de golpistas y etarras. A la vuelta de su periplo americano se ha encontrado con un Gobierno al borde del ataque de nervios, con algunos ministros en expectativa de nuevos destinos y algunos otros diciendo tonterías en tanto en cuanto hacían tiempo hasta que de nuevo estuviera aquí, y de cuerpo presente, el titular de la silla de La Moncloa.

No vean qué cabreo el de elPresiSánchez por el apoyo del nazi de la Generalidad a los de los CéDerres, y sus cachorros de Arran.  Ya se lo ha mostrado a elQuinito. Sánchez -fíjense qué duro él-, le ha espetado al perturbado mental de la Generalidad -sí, realmente, requiere asistencia psiquiátrica permanente- que, coñe, que así no se hacen las cosas, que él, arriesgando todo y traicionando a toda España, lo que quiere es dialogar, que para eso ya le ha dado un extra en la paga de más de mil quinientos millones de euros, setecientos para los mocetes de la Escuadra, para rearmarlos bien y pertrecharlos mejor. Jobar, que no siga el demente por ese camino que va a dar al traste con el diálogo emprendido por el Gobierno, diálogo que sólo practica elPedroQué?, mientras el loco independentista continúa preparándole la envolvente y alegrándose del monólogo. ¡Quién se lo iba a decir a Sánchez, cuando hace un año estaba en el paro, que ahora esté en disposición de poder vender España por ni tan siquiera un plato de lentejas!
Bueno, no pasa nada, que Sánchez, como Cristobalito, sigue en lo del diálogo. Por si fuera poquito el enjuague -producido por el vértigo del miedo, vaya usted a saber- ha encomendado elPresi a la “portavoza” del Gobierno, laSeñáCeláa a lavar la ropa de los socios “nacional-socialistas”, los nazis de la Generalidad. Vamos a ver cómo se las maravillaría ella para que no se consideren ofendidos y menos aún, puedan mal interpretar la falsa regañina cariñosa de elPresi. A ella no le parece que el descerebrado independentista “llamara a la violencia”, aunque sí lo responsabiliza de haber agitado a la calle con su arenga y animara a los CeDerre para que siguieran “apretando” por la independencia. Ni con Perlán lo lavaría mejor la ministra, ni encontraría mejor argumento para la contradicción o, si lo prefieren, el absurdo.
LaSeñáCeláa vive otra realidad; está en Babia, o en las Batuecas, que, para el caso, es los mismo. Luego se queja de que los periodistas le hagan preguntas impertinentes, que tampoco son tantas las preguntas que le hacen, entre impertinentes y las que ella pueda considerar normales. Por eso ella y la vicepresidenta Carmen Calvo -la mentirosa, que sigue sin dimitir por su trola en relación con el viaje de elPresi a Castellón- andan preparando una argucia para ver cómo se pueden cepillar la libertad de expresión, pero más centrada en la libertad de prensa. Como excepción se han agenciado un libro de cabecera, es decir que tratan de leer un libro: Ley de Prensa e Imprenta, de Manuel Fraga Iribarne. Por algo se empieza, digo a leer.
El otro, por su parte, me refiero a “el hombre bajito y cabreado” y feo, elPuchi, tergiversando la realidad, como siempre. Esta vez no le ha salido bien, y por más que quiera -él y el director de los mocetes lavar la cara los CeDeerres- convencer a Europa de que los enmascarados y violentos que ayer sembraron el pánico en las calles de Barcelona e intentaron asaltar el Parlamento catalán, sí son independentistas, como es violenta la policía de la Generalidad, la de los mocetes de la Escuadra, los que les zurraron de lo lindo a los violentos, que fueron incitados a ello alentados por el nazi. Ahí se descubrieron los independentistas ante Europa tal como son: violentos y anti democráticos, manipuladores y mentirosos, con una policía más violenta aún. Eso duele, a los fanáticos independentistas, claro.


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