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martes, 14 de mayo de 2019

El boicoteo de los abogados de los golpistas

Alrededor de las seis de la tarde el magistrado Manuel Marchena, presidente del tribunal que juzga a los golpistas catalanes, daba por concluida la sesión, citando a la Sala para el día veinte. El juez, como es lo habitual, mandó desalojar, excepto a los abogados de la defensa, para tratar con ellos cuestiones obvias. Esas obviedades, es muy probable que fueran los comportamientos de los testigos de la defensa, incluso los de los propios abogados. Ya nos enteraremos, si esas cuestiones se refieren a esas obviedades.
En cualquier caso, cierto es que los testigos de las defensas están llegando al Supremo con las lecciones bien aprendidas, con el afán de boicotear el juicio. Sobre todo en la última jornada y en sesión de mañana, los testigos de las defensas de los golpistas, algunos de ellos inmersos en otras causas -que se sepa qué paño usamos- han tratado de mostrar su supremacismo, como todo buen "indepe" que se precie, su desprecio al tribunal -incluidos fiscales, Abogacía del Estado y acusación polular-, incluso pretendiendo dar lecciones jurídicas o judiciales.
Por su parte, los abogados de uno de los Yordis han rozado -si es que no la han sobrepasado- la línea de la moralidad y la ética. Vergonzosos y repugnantes se han mostrado estos tres abogados, que han provocado el cabreo descomunal del presidente del Tribunal, Marchena, y de todos los integrantes juzgadores. Los abogados ni se han inmutado, ni se han puesto colorados de vergüenza; aunque sería lo suyo, las rojeces no les pueden salir porque no las tienen.
Es de suponer que Marchena y todos los integrantes del Tribunal hayan querido aclarar la actuación de los inmorales abogados y sus impresentables testigos-clientes. Si no es así, debería llamarles el Tribunal todo la atención, incluso tomar medidas -que las hay- contra estos vástagos tan independentistas y tan golpistas como sus propios clientes. Pese a que Marchena se está portando con exquisitez con todos estos mamelucos, quizá llegado sea el momento de aplicar con contundencia, con extrema contundencia, todas las prerrogativas de las que goza un presidente de Tribunal.
Quizá también otros tribunales tendrían que actuar, igualmente, con más contundencia para con estos impresentables indepes y golpistas. El ciudadano no está entendiendo muchas actuaciones de los tribunales para con ellos. Es lo más probable que sus dictámenes sean ajustados a la Ley, pero el ciudadano, ya digo, no entiende, lo cual requiere de explicaciones.
No se comprende que varios chorizos, acusados de gravísimos delitos contra el país, que han sido hechos presos y que están siendo juzgados puedan presentarse a unas elecciones -en algunos casos para representar a España en el Parlamento Europeo- o que puedan participar en ruedas de prensa desde el interior de la cárcel donde están encerrados, o puedan recoger sus actas de diputados en las Cortes, o, vergonzoso, puedan asistir a la sesión constitutiva de las mismas. Menos mal que no serán puestos en libertad, que el juicio no se suspende y que no tendrá que pedir el Tribunal que los juzga permiso para ello, un suplicatorio. Era lo que nos faltaba.

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