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sábado, 21 de septiembre de 2019

La carrera del galgo de Cruz

Vamos, que ni los galgos lo alcanzan al presidente socialista del Senado, Juan Cruz. ¡Vaya carrerón! Treinta libros publicados y más de veinte plagios a once autores en tan solo dos libros. Así también escribo yo libros. Los de ABC siguen explorando la bibliografía de este señor, por decir algo, y por tercer día, tercera ocasión, se han vuelto a encontrar con esos párrafos que no son suyos, pero que se ha apropiado de ellos con toda la cara dura del mundo. Hasta es capaz de verlos reproducidos en cualquier otro lugar y pedir una indemnización por plagio.

Pero el tipo, digo Juan Cruz, ni se inmuta. Ni lo ha negado ni lo ha pagado. No da explicación alguna. Ni tan siquiera ha intentado justificarse o, al menos, negar que haya sido el autor de plagios. Nada. Tan es nada que ni se ha planteado dimitir de la presidencia del Senado. ¡Para lo que le queda de estar dentro! Ya saben, lo mismito que hacía el fraile. Aunque este, por cómo ha reaccionado a las acusaciones de "plagiador" del reino, es capaz de volver a presentarse a la elección de senador y volver a ocupar el sillón de presidente de la Cámara Alta. Al tiempo.
Parece que es moda en laPesoé lo de plagiar. Porque no ha sido el mismo Cruz el primero. Para ejemplo, su jefe político. Pues, claro, hombre, elPedroQué? Sánchez. Más que demostrado quedó que si tesis doctoral era una colmena de plagios. La desvergüenza personificada, y no digamos la de sus asesores en La Moncloa. Estos hasta falsearon el programa que detecta los plagios para engañar a todo el país, afirmando que los tales no eran los cuales. Y así de satisfecho se quedó Sánchez.
Ni dimitió del cargo, aunque hubiera sido por vergüenza torera, ni se disculpó, ni llevó a los tribunales a todos aquellos medios de comunicación que lo acusaron de plagiador, pese a las amenazas que lanzó contra ellos. Ahí sigue, sin que nadie quiera acordarse de ello. Es que el engaño ni le ha afectado ni le ha pasado factura. Igual que a Juan Cruz.
Seguro que los dos duermen tan a "gustito", como el torero, y tranquilos. Claro es hora de dormir.

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