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miércoles, 11 de diciembre de 2019

La traición del Supremo

Estaba visto, y a eso nos quieren acostumbrar, que los responsables de las prisiones catalanas calificarían a los delincuentes del Golpe de Estado en el segundo grado. Claro, ahora dirán los plumillas adictos y los pesebreros que es lo normal, que no podía ser de otra manera. Ya lo han ensayado con el delincuente Pujjjol, el primogénito del supermillonario exhonorable de la Generalidad catalana. Ya anda por ahí el primogénito con sus trapicheos, y no ha sucedido nada. Pues, lo mismo -¡adelante con los faroles!-, con los golpistas, con los delincuentes golpistas; nada de políticos presos.
Ya ven, nos consuelan -se consuelan- los plumillas y pesebreros anunciando que no saldrán de prisión antes de las Navidades. Pero, lo harán poco después, porque les aplicarán el artículo 100.2 y, ala, a comer a casa, que en la prisión ya no hay presupuesto para tanto chorizo. ¡Que nos vayamos acostumbrando, vaya! Lo sorpresivo hubiera sido que los hubiera clasificado en el tercer grado, la semilibertad, es decir, a dormir a la cárcel y el fin de semana libre total. En realidad, así será cuando les apliquen el 100.2. ¡Hay que asumirlo, el que pueda, y acostumbrarse a ello, que no nos queda otro remedio!
La calificación del primer grado, ni se la han planteado. Claro, claro. El primer grado está pensado para los prisioneros peligrosos: asesinos, violadores, pederastas y ladrones con conductas violentas que tengan una "inadaptación manifiesta según las normas de convivencia". Ahora, que ya me dirán si estos prisioneros golpistas no son peligrosos. Han querido romper la unidad de España -y "lo volveremos a intentar"-, han fracturado la convivencia social, tanto en Cataluña como en el resto de España y han podido originar verdaderas masacres. ¡Si estos no son peligrosos que venga Dios y lo vea! En resumen, que en el verano ya se podrán poner morenos en las piscinas, seguramente, muchos de ellos, en sus piscinas privadas.
Bonita gracia nos hizo el juez Marchena. Nos engañó, sí, a todos, incluso a los propios reos, a sus defensas, a los fiscales y al juez instructor. Permitió que ganaran las minorías de la Sala Segunda del Tribunal Supremo para obtener una sentencia unánime. Su finalidad, que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) no se la echara para atrás cuando apelaran a él los condenados. Permitió una sentencia por sedición y malversación antes que la que hubiera sido la más  ajustada a la Ley, como hubiera sido por rebelión. Lo que diga el TEDH sería para España lo mismo que para los jueces de Alemania y Bélgica con la euroorden de busca y captura contra elPuchi y los otros golpistas huidos de la Justicia española. ¡Pues, eso, pita pita que como no te apartes tú!
Los fiscales del proceso están hasta el moño del Tribunal de Marchena que juzgó a los golpistas, y, en particular contra el juez Marchena, que prefirió la unanimidad del tribunal por encima de todo y no aportar una cláusula en la sentencia que obligara a los condenados a cumplir, al menos, la mitad de la condena, para acceder a beneficios penitenciarios. Han elegido los fiscales el día y la Real Academia de Jurisprudencia para mostrar su disconformidad. Fidel Cadena, fiscal, habló en nombre propio y en el de sus otros tres compañeros que actuaron en el juicio contra los golpistas -Consuelo Madrigal, Javier Zaragoza y Jaime Moreno-, destacando así la unidad de criterio de los cuatro fiscales.
Y así habló el fiscal Cadena: hubo un riesgo cierto, nada de ensoñación como mantuvo el Tribunal; los hechos ocurrieron, y eso es una realidad, como un camión o un buque si lo prefieren, y también intervino el Rey. No fue un sueño. El Tribunal no recogió en su sentencia hechos más que probados. Hubo, ciertamente, violencia, la adecuada, cuando se persigue declarar la independencia o derogar la Constitución. Los hechos del 20 de septiembre y del 1 de octubre son violentos, y no era el final. Hay una conspiración para la rebelión, por si fuera poca la violencia. El delito de rebelión es, igualmente, presionar al Gobierno para que claudique. La sedición es otra cosa. Todos los consejeros son copartícipes, incluidos Santi Vila, Carles Mundó y Maricheli Borrás. La malversación no solo fue un medio ineludible. No se cumple el período de seguridad -cumplir la mitad de la pena-, para obtener el tercer grado, sin devolvernos el dinero robado. ¡Ya ven, casi nada!
En definitiva, un repaso judicial al Tribunal de Marchena, para que se vaya enterando, y a Marchena en particular. Porque a esa traición a los españoles -evidenciada por los fiscales-, miren ustedes por dónde, no nos van a acostumbrar. Hubo violencia, hubo rebelión y hubo malversación. Si se hubiera aplicado la ley, estos delincuentes presos, que lo volverán a intentar, tendrían más difícil los beneficios penitenciarios. O no los tendrían.

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