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jueves, 12 de diciembre de 2019

El "clásico del horror"

A ver, los republicanos del preso Yunqueras presumen de haber forzado a Sánchez -el presidente en funciones del Gobierno de España- a hablar con el nazi presiente de la Generalidad. Ahora, el xenófobo catalán encuentra vacío y sin sentido, el que Sánchez lo llame para hablar, cuando se ha negado a ponérsele al teléfono casi una docena de veces, porque lo prioritario es la "autodeterminación" y la salida de los golpistas de la cárcel. Abascal, por su parte, líder de Vox no quiere reunirse con laPesoé, porque sería blanquear a los terroristas y a los comunistas. Sánchez se reunirá con Arrimadas, de los Cs, pero no quiere saber nada del pepero Casado.

Vaya lío. Mientras que el Rey ha mandatado a Sánchez para formar Gobierno. ¡A buenas horas mangas verdes! Sin que nadie se lo pidiera o mandara, Sánchez, por su cuenta -pero sin riesgo- ya está en ello desde las veinticuatro horas siguientes a las elecciones del 10N. Eligió Sánchez a su socio preferente para formar un Gobierno de coalición. Se inclinó, ya lo saben, por el comunista elPabloManué y, a renglón seguido, con los golpistas de la izquierda republicana. Todo ello pasando de Su Majestad. Podría haber seguido; daba igual. 
La ambición de Sánchez es ser él el rey y la su Begoñita la reina. Pero, curiosamente, antes tiene que ser presidente del Gobierno, negociando con los republicanos, que ni tan siquiera se han dignado en participar en la ronda de líderes políticos en sus reuniones con el Rey. O sea, que el partido del que depende la investidura de Sánchez pasa de visitar al monarca. ¡Quien los entienda que los compre! Son republicanos, sí, pero viven en una monarquía constitucional. A ellos les de igual, quieren la independencia, romper España, pretenden una España sin rey, y no han encontrado mejor aliado que Sánchez para lograr sus fines. Aquí nadie se entiende con nadie. Y, claro, menos aún si los interlocutores no son los válidos, los de por sí naturales, como debería ser.
Pero es que vísperas del "clásico del miedo", como se ha dado en denominar el encuentro del día 18 entre el Real Madrid y el Barcelona, tampoco hay quien se entienda. Los del Tsunami Democrático ese, el de los terroristas, están apretando -como diría el loco nazi de la Generalidad- al equipo catalán para que les permita acciones dentro del campo, como colocar una gigantes pancarta pidiendo a España que se siente a dialogar; sencillamente, para que la vea el mundo entero. ¡Qué sería del Barcelona sin el Real Madrid! Los terroristas no se fían del Barcelona y el Barcelona tampoco de los terroristas. Pero, es que tampoco los terroristas se fían de los violentos CeDerrés, pero estos, a su vez -dicen los lugareños- no se fían del presidente del equipo, un tal Bartomeu. Y la policía -los Mocetes de la Escuadra y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado- no se fía de nadie.
Una solución podría ser -comentan los expertos en estos eventos- que el partido -ya aplazado en una ocasión- se celebrara a puerta cerrada, sin espectadores. Otra que el Barcelona, equipo declarado por sus dirigentes como independentistas, jugara en la liga de otros país -pongamos por ejemplo Francia, si es que ese país lo quiere- o que los equipos catalanes hagan su propia liga de Primera División y se la jueguen entre ellos. Por decir algo.
Desde luego, como sigamos así, el "clásico del miedo" se puede convertir en el "clásico del horror". Y terminar todos, políticos, público y jugadores, como el Rosario de la Aurora. O más y peor.

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