A Sánchez le convendía rebajar las penas por traición

Que sí, que sí. Que a esta gente le da igual, y arrasan con todo. Menos mal que después de escuchar barbaridades gramaticales del español, alguien les sale a la tralla. La vicepresidenta primera, Carmen Calvo, la que siempre ha demostrado tanto desparpajo, cara dura y sinvergonzonería como su presidente, Sánchez, no se somete ni a los dictámenes judiciales, ni a los académicos que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor a la Lengua de todos los españoles, el Español. La soberbia de Carmen Calvo, la mete y saca patas, le impide reconocer que es prácticamente, una analfabeta.

Por activa y por pasiva, lo venían diciendo los académicos de la Lengua, que los políticos estaban destrozando el idioma, pervirtiendo el Lenguaje, que diría el sociólogo Amando de Miguel. Así lo han vuelto a expresar los doctos estudiosos de la Lengua. Le han asestado un zasca a la vicepresidenta, de esos de párate y estate quieto. La Constitución está bien escrita. Lo único que le falta a la vicepresidenta es que no sabe comprender lo que lee. Y tiene una carrera. Lo que le dicen los de la Academia, traducido e interpretado a lenguaje vulgar, para que lo entienda, es que se deje en paz de gilipolleces, de lenguaje inclusivo, y que lea, que lea mucho, que eso no hace daño. A parte de que con eso pueda adquirir cultura, quizá se pueda sentir más libre, al menos mentalmente.

Hombre, para libre, libre el presidente del Gobierno de España, Sánchez. Ya lo pudieron ver en la su intervención televisiva. Como si en su vida hubiera roto un plato: vapuleó a la oposición todo lo que quiso y todos los males de España venían heredados. Es pillo, el tío. La oposición no podía replicar. Ni los ciudadanos tampoco. Nos trató como si fuésemos una Carmen Calvo cualquiera. Anunció que se reuniría con el nazi xenófobo catalán, arropando su desfachatez en que haría lo propio con todos y cada uno de los presidentes autonómicos, en sus sedes respectivas. Blanqueaba al nazi, como si fuera otro presidente autonómico más. ¡Eso solo lo hace, y de esa manera, un bastardo!

Pero tuvo la desfachatez Sánchez de ir más allá. Quiere modificar el Código Penal para rebajar las penas de rebelión y sedición. Vamos que, en vez de arremeter contra el que conspira y quiere destruir España, es decir los golpistas catalanes, prefiere premiarlos rebajando las penas. Un indulto de nada para los que intentaron un Golpe de Estado y lo ayudaron a él a tomar la presidencia del Gobierno de España, vivir en La Moncloa y disfrutar de un Falcon.

Ni el presidente Sánchez, ni su portavoz, María Jesús Montero, hicieron alusión al delito de traición o alta traición. Quizá sería el delito que más le interesara a Sánchez revisar con penas a la baja. Quizá algún día le pueda beneficiar personalmente ese último ajuste.

Sin duda, las rebajas en las penas de todos esos delitos beneficiarán a los golpistas encarcelados y a los que falta por enchironar. Ahí tienen al exmayor, de los Mocetes de la Escuadra, que anda a ver si le pueden rebajar la acusación de rebelión por la de sedición. Será lo más probable. La mano de la santa nueva Fiscal General del Estado, laLoles, se moverá, sin por entre los botijos. Por méritos que no quede. ElTrapero no hace más que despreciar a los políticos catalanes, a los delincuentes presos y a los que no. Ha abominado del referéndum del UnoaCero y de la declaración de independencia; es más, continúa insistiendo en que tenía un plan para detener a todo el gobierno de la Generalidad, incluido elPuchi.

Son cobardes estos independentistas. Durante el juicio, los golpistas encarcelados le echaban toda la culpa de lo que pasó a los ciudadanos, y estos como si nada. Ahora elTrapero le echa la culpa a los sus exjefes políticos. Y elPuchi, el cobarde y traicionero de los suyos, que huyó de España con el rabo entre las piernas, ya ha anunciado que no pisará suelo español con la de legación de europarlamentarios que visitarán a los golpistas encarcelados. Ya es la segunda vez que amaga y no da. Eso sí irá a un mitin a Perpiñán. Cobarde de mierda.