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domingo, 30 de noviembre de 2014

Tragedia anunciada en el fútbol

Poco más se puede decir a estas horas de lo que se ha venido difundiendo a través de todos los medios de comunicación y redes sociales desde primeras horas de la mañana. Ya lo saben, un muerto, doce heridos y más de una veintena de detenidos y muchos identificados. Así se saldó este brutal, bárbaro y sinsentido enfrentamiento entre extremistas seguidores del Atlético de Madrid y del Deportivo de La Coruña.
La fiesta deportiva, acabó -tres horas antes de empezar- en tragedia. Una tragedia, por otra parte, anunciada, porque los dos bandos contendientes habían quedado en Madrid Río para zurrarse: se habían citado por WhatsApp. No se utilizó esa red social para reunirse a almorzar en amor y compaña. No. La red sirve para algo más que para eso, sirve, como se ve,  para concertar una cita sangrienta. Desalmados.
Ni tan siquiera a una de las cerca de doscientas personas que se dice que participaron en la algarada se le ocurrió dar aviso a la policía de lo que se tramaba. Porque alguna habría cabal. Así, les faltó tiempo  a estos listos radicales para enzarzarse, nada más aparcar los autobuses de los gallegos en la Cuesta de San Vicente. Por la falta de ese aviso, tenemos ahora un hombre -Javier- de 43 años muerto, una viuda y un niño huérfano de padre. Una familia destrozada, y sus allegados también. Y un país consternado por la barbarie que muestran los vídeos. Por si fuera poco, la venganza: varios encapuchados agredieron en La Coruña a seguidores del Atlético de Madrid.
Y eso que la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte había calificado el encuentro como de "Bajo Riesgo". Ya lo sabe la señora delegada del Gobierno en Madrid, otra experiencia más. Conviene escuchar, pero hay que ser precavidos y estar prevenidos, porque la incidencia -en este caso tragedia- puede surgir cuando menos se espera, pese a los de la Comisión.
El encuentro deportivo, aún con las discrepancias habidas entre los que tenían el poder de decisión, se celebró (2-0). El partido, quizás, tuvo que haberse suspendido.
Le queda ahora a los Tribunales aclarar qué es lo que realmente ha sucedido, cómo y por qué y juzgar y condenar a los responsables. Y a los legisladores endurecer aún más las penas para castigar con toda contundencia a los instigadores de estas acciones y evitar, así, estas desgracias dentro y fuera de los estadios. En esto no hay colores.
 

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