Traductor

Buscar en este blog

jueves, 25 de diciembre de 2014

El Rey vuelve a ningunearnos por Navidad

Si en algo podemos estar de acuerdo con el Rey es en que hay que cortar la corrupción de raíz y sin contemplaciones. Quizá sea eso lo más destacable del discurso del nuevo monarca, Felipe VI, que, por cierto, no sé por qué ese nombre me suena al rey alauí, al de Marruecos -pero es que queda bien decir alauí-, en su primer mensaje navideño y televisado a la nación, en la noche de Nochebuena, a las veintiuna horas, para más datos. También -en su discurso o monólogo, más bien digamos que alocución, pues no dejamos de ser súbditos- habló de la economía y del paro, habitual denominación de lacra social y, como no podía ser de otra manera -que sí podía haber sido-, de Cataluña.
El escenario y el "prota"
Estaba el señor don Rey sentado en una silla-sillón-trono muy mono, ni muy ostentoso ni exageradamente sencillo -que es Rey-, colocado delante de una ventana con las cortinas blancas corridas, dejándose ver tras los cristales -que no llovía- un árbol -probablemente un pino o vaya usted a saber, adornado con motivos navideños, se dice así motivos-. A su izquierda, una flor de Pascua; a su derecha, una mesa con una lámpara y dos porta "arretratos": en uno, su esposa, la Reina, doña Leticia -no sé si con "cé" o con "ceta", expresentadora de los telediarios- y él, acarameladillos ellos, y, en el otro, el matrimonio y las niñas, sus hijas, la princesa de Asturias y su hermana, la Infanta. Todo muy entrañable, muy familiar. ¡Qué bonito, qué bonito!
Pasados al más de ocho minutos desde el inicio del discurso, tras un alejamiento de la cámara de tv, pudimos ver que se encontraba en una sala -seguro que del Palacio de La Zarzuela, estoy seguro, apuesto lo que sea-, en la que había un sofá -haciendo juego en el color con el del sillón, tirando así como a rojo obispo-, una mesita baja con más adornos navideños y, al final -o en primer término como se quiera ver- otra mesita -igual de alta, y haciendo juego con la primera-, con otro arretrato de los antiguos reyes -sus papás, porque también los reyes tienen papás, que son igualmente reyes ,puff, qué lío, y abuelos- y con otra lámpara haciendo juego con la primera y, así, como el que no quiere la cosa, en lado izquierda de la pantalla de la tv, según se mira, una parte de la bandera de España -¡y olé!-, que pudimos contemplar durante unos catorce segundos, de los trece minutos de su intervención. Chupó más cámara la alfombra que la bandera de España. En ese ridículo e insignificante país que es EEUU, el presi Obama la habría tenido visible durante toda su intervención, digo la bandera no la alfombra. Total, da igual, aquí todos tenemos una en casa, digo una bandera. O acaso, fuera -imitando a los de la cocacola- un mensaje subliminal. ¡Es que son de listos! Y nosotros sin darnos cuenta, sin entender nada.
En este escenario, solo ante la cámara -que no  la veíamos, ciertamente, mecá- se desarrolló el primer mensaje navideño del nuevo Rey de España, Felipe VI, vestido con un traje y camisa grises, corbata azul con lunares blancos -casi no se le vieron los zapatos, puede que fueran marrones-, calcetines negros y "lavao y recién peinao". Y no nos olvidemos de los detalles: reloj en muñeca derecha, anillo en mano izquierda y gemelos oscuros, que suponemos son los de la Casa Real. Quizá, y para esas horas, el traje habría estado mejor oscuro. Pero, es lo mismo.

El contenido
Luego, en el contenido, pues ná, pasamos de puntillas sobre el caso de la hermana y del cuñado, nos acordamos de los parados y decimos que la economía va a mejor -¡España va bien!- y recordamos a los catalanes -que son los más guerreros- y le aplicamos una dosis de Educación Cívica Social-Política, pero de manera entrañable. Casi tres minutillos, Seguro que en esos momentos el delincuente Arturo se secaba las lágrimas con el moquero, pero de la risa, como se debió carcajear después del paseo que le dio el Rey en coche. Sigue Su Majestad sin darse cuenta de que en España también existimos otros, o subsistimos. Es que nos ningunea. ¡Y dale!
Por lo demás, que sepamos que somos todos muy buenos, que nos quieren mucho en el exterior y que somos un país "con un destino en lo universal". Y nada más, que buenas noches en varios idiomas -es muy ilustrado, el Rey- y que descansen ustedes y que los presos sanguinarios de ETA siguen saliendo de las cárceles para llegar a casa en Navidad, lo que no pueden hacer los asesinados, a los que parece que ya sólo recuerdan sus más allegados y algunos más.
Un último apunte: anoche, en la "Misa de El Gallo" había menos gente que el año pasado y menos jóvenes y no se celebró la representación del nacimiento del Niño Jesús, porque el dire -amigo Pedro Roda- se puso enfermo los días previos a los ensayos. Y habrá quien se pregunte que qué tiene que ver esto con el discurso del Rey, pues, miren, "ná de ná". Pero quería decirlo y también que me gustaría ser Rey y saber qué cuadros tenía colgados en las paredes (uno detrás del sofá y otro detrás de él, junto a la ventana).Felices fiestas. Y ya está.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar con respeto