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viernes, 12 de diciembre de 2014

Mariano Rajoy, con brotes verdes

Dice el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para más señas, que la crisis se acabó. !Qué bien! No sabe el presidente lo contentos que estábamos al enterarnos de que esta pesadilla ha concluido. Anoche ya nos hemos acostado más tranquilos, y algunos se fueron al cosque tan contentos que esta fecha puede pasar a la historia como el principio del fin del estancamiento de la natalidad. Por la mañana, no vea el señor Presidente, lo hemos celebrado con tostadas y mermelada. Para el almuerzo, no sabemos, pero para el desayuno ha llegado; al menos para el de hoy.
Es cierto, créanlo, lo dijo ayer el Presidente, y de manera oficial. Se quedó tan pancho, de verdad, delante de un nutrido auditorio empresarial y de las cámaras, para que dieran fe de que todo ha terminado felizmente. Así que ya podemos preparar las Navidades con toda la alegría que otorga la desinhibición de las preocupaciones pecuniarias, que en esta ocasión, en estas fiestas quedarán olvidadas. Lo ha dicho el Presidente, lo ha dicho el jefe.
Bonitas palabras las del Presidente -!de ensoñación!-. Es como si nos hubiera tocado la lotería, pero sin haber comprado décimo alguno. O sea que con la cara lavá y recién peiná; vamos, que con lo puesto y poco más. Hasta le aplaudieron. Y él solito se lo creyó, y sonreía infantilón, el hombre, convencido. Y hoy, la risión en todas partes, el hazme reír del barrio. Para decir lo que dijo y como lo dijo, mejor se había ahorrado el viaje y nos lo había comunicado, el Presidente, el fin de la crisis, a través del plasma, como hace en otras ocasiones. Mira que salir de casa, el Presidente, con el frío que hace y la niebla que se está bajando. La obligación es la obligación. Entendido.
Cuéntele el cuento, el señor Presidente, a todos esos miles y miles de parados, que están a pan pedir. Cuéntele el cuento, el señor Presidente, a todos aquellos a los que les robó la paga extra y todavía arrastran los intereses del crédito que tuvieron que pedir. Cuéntelo el cuento, el señor Presidente, a todos aquellos que han tenido que salir del país para buscar un trabajo en otras tierras, dejando aquí a sus familias. Cuéntele el cuento, el señor Presidente, a todos aquellos que salvamos a duras penas el día a día, el mes a mes. En fin, después de ver lo que vemos, vaya el señor Presidente con el cuento a otra parte.
Saben, al señor presidente lo asesora un tal Arriola, ese que no se sabe si le falta un hervor -a ver quién es el guapo que le mete un dedo en la boca- o trabaja para el enemigo desde La Moncloa, pero que debe cobrar un pastón. Vergüenza ajena. Y es que estos del pepé siguen sin darse cuenta de que los mensajes del Presidente y los de los ministros y los del partido no llegan, que caen en saco roto. Quieren hacer creer que surgen brotes verdes donde no hay más que cascajales o arenas movedizas.
Los de la oposición están que se frotan las manos, los del pesoé, porque lo mismo hacían ellos, que llegaron a sembrar el país entero y al final no les salió ni una pizca de mala hierba. Experiencia. Ahora que, como estos tampoco espabilen, también les comen las berzas.
 

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