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viernes, 30 de enero de 2015

Monedero está en pie de guerra, ellos contra nosotros

Es más que evidente que los humos de los intrincados túneles pasadizos del Metro de Madrid le han sentado pero que muy mal a Juan Carlos Monedero. Muy mal. Eso le suele suceder a los ricos, que, como no están acostumbrados a viajar en transporte público, cuando intentan camuflarse entre la masa, acaban "flipadísimos". Ahora, dice que está en pie de guerra, como los apaches contra el Séptimo de Caballería. Por favor, échenle un vistazo, camaradas; no vayamos a tener que sentir. Y apártense los de la primera fila, no siendo que no atine con las flechas.
¡Jesús, qué hombre! Entre que sigue intoxicado con los gases del metropolitano y que no ha terminado de digerir bien el roscón de Reyes de la amiga Carmen Lomana, anda ahora indeciso si mudarse para el Barrio de Salamanca -el caso es que no se está mal por ese sitio- o tirarse "pal" Pozo del Tío Raimundo -macho, es que atrae, sin querer, es algo vocacional, como una experiencia religiosa-. No sé, no sé.
Algo despistadillo sí que está. Tampoco es de extrañar, porque si a todo esto le sumamos el acoso de Montoro -con lo feo que es, el tío-, hasta pesadillas alérgicas lo despertarán de sus sueños más profundos. Y claro que no se lo puede tomar a la ligera, porque este, cuando persigue a la presa, la besa y cuando besa es que la besa de verdad; ya no la suelta: es como el beso de la araña negra. ¡Tente, Monedero, tente!
Sólo así se explica el que ayer entrara a la sala del mitin de su partido por una puerta lateral. ¡Está "acongojao"! Admírense, tampoco quería que le hicieran "arretratos". ¡Que se vayan esos tres de la prensa, que aquí ya hay mucha gente, que no hay sitio para más, hombre, que hace mucho calor! Ala, a la calle. ¡jeje, cómo mando, y todavía no hemos empezado! ¡Se van a enterar, estos!
¡Coño, y tanto! Decía que estaba en guerra, que iba a pelear -¡Vencer o morir!-, que "nos han declarado la guerra", ellos a nosotros; pero el silencio se hizo al otro lado del hilo telefónico, Gila no respondió. Lo cierto es que desde lo del "metro", el "viejo profesor" está hilarante: hablaba no sé qué de sus hermanos y hermanas de Grecia, de que si les había tocado algo; en definitiva, que pura envidia. Dijo que había que aguantar los ataques -¡a las barricadas! ¡Traed los caballos!- contra él y el partido, "porque cada vez que nos quieren dar una bofetada, la sentís vosotros en vuestra cara". Ah, bueno, acabáramos, pues porque ahí nos las den todas.
¡Bueno, bueno, bueno. Cómo estaba! Sigo insistiendo en que a este hombre lo ha marcado el "metro". Porque ahora también las Fuerzas de Seguridad del Estado están investigando de manera ilegal a Podemos, y que pobre de mí -siete de julio San Fermín-, que me están sometiendo a un acoso brutal y los del pepé me quieren meter en la cárcel, y no cejan en su empeño. Tampoco será para tanto, amigo; hay que relajarse. Tranquilo, que en nada llegan los tanques.
El sábado -si es que está ahí encima, mañanita mismo-, seguro que ve las cosas de otra manera. Porque ha dicho Íñigo Errejón -si en el fondo es un buenazo- que lo va a dejar estar en el estrado, en la Puerta del Sol -puerta, he dicho puerta no circo; está claro-, y allí podrá explayarse. Podrá contarlo todo, todo; habrá alguien que lo escuche y que lo comprenderá. Como último recurso, siempre le queda el "metro". En la zona hay muchas entradas; sólo tiene que escoger.

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