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sábado, 31 de enero de 2015

Pablo Iglesias, la soledad del poder

A buen seguro que hoy no es el día más feliz de Pablo Iglesias, el líder de Podemos. Pese a los cientos de personas que acudieron a "La marcha por el cambio", "elbarredor" se ha encontrado con muchas menos de las que esperaba. No lo va a confesar, por supuesto, pero la procesión va por dentro. Siempre habrá Sábado Santo y domingo de Gloria, pese a Podemos. El desencanto lo estará digiriendo, con el sopor, en la siesta. Esperaba activar el reloj del cambio, y se dio cuenta, allí mismo, en la Puerta del Sol, de que el de la sede de la Comunidad madrileña congrega cada fin de año, tanta o más gente que él. ¡Dong!, y así hasta las doce campanadas.
Pablo, ídolo de masas, se ha sentido hoy arropado por los que dijo que habían estado dormidos, pero -visto lo visto-, no todos se han desperezado todavía. Pretendió rememorar ese 15M de 2011 y sólo logró celebrar un mitin, con algo más de gente. No fue la "marcha histórica" sobre Madrid, que él pretendía. Y quiso presentarse ante los suyos como un Quijote, cuando el personaje de Cervantes era el defensor por antonomasia de las causas perdidas; es que no ganaba una y, además, salía "trasquilao". Vaya futuro el que les ofrece. Puede que esa sea la verdadera realidad del hombre, a falta de "una lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor". La Dulcinea, andaría por allí, toda azorada y ruborizada, buscando el libro -ilustrado, a poder ser, que no tenga que molestarse el jefe en leer- para regalárselo. Hablar por hablar, no se puede. Ni se debe.
El jefe de Podemos ha tenido hoy la oportunidad de sentir el precio del poder: la soledad, pese a estar rodeado de todos. Una experiencia dura -como dura es la lex, sed lex-, pero merecida por su insana osadía y su creciente chulería y desprecios y porque el personal se está dando cuenta de que miente mucho; más de lo que sería mínimamente razonable. 
Hoy, Pablo ha tenido la respuesta a todo lo que él y sus ministrables han querido ocultar: sus dineros, sus actitudes y sus aptitudes. El pueblo, ciertamente, está empezando a despertar de su encantamiento. Quiere, este su pueblo, realidades palpables y que pare ya de circunvalaciones para llegar a los sitios, por el camino más recto: esto hay y esto otro es lo que queremos y así lo ofrecemos. No quiere la gente castillos en el aire, ni ilusiones baldías, ni ira, ni venganza. Sólo quiere poder llegar a fin de mes, que hay una familia que mantener y todo son gastos; no más venta de motos, que no hay ni "pa" gasolina, aunque hayan bajado los precios.
Quizá la marcha por el cambio también ha comenzado hoy para Podemos. Tras el triunfo de los hermanos, primos, de Syriza, en Grecia, y la declaración de guerra sin cuartel a los enemigos, de Monedero, créanlo, algo no sigue siendo igual en Podemos. "Es ahora" -su propio lema de la marcha-, cuando acaso, si el partido de Iglesias quiere llegar de La Cibeles a La Moncloa -como ya pronosticaba esta mañana el becario profesor Íñigo Errejón-, tenga que replantearse muy mucho sus objetivos y las estrategias a seguir, si es que las tiene. Porque más grande, mucho más grande -ni se lo pueden imaginar- podría ser la caída. Torres más altas -yo lo he visto- han terminado desmoronándose. ¡Tic, tac, tic, tac!

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