Traductor

Buscar en este blog

viernes, 2 de enero de 2015

Muertos en las carreteras: 1.131, en 2014

Desde que puso en libertad al asesino Bolinaga -que habrá pasado en su casa la Navidad y tomado todos los chiquitos que le haya apetecido-, el señor ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, no tiene credibilidad alguna. Sí, sí, cuando quiso disculparse y dijo que si no lo ponía en libertad prevaricaría, el señor ministro, se convirtió entonces, también, políticamente, en otra víctima del etarra; ante la sociedad, ante las víctimas de los etarras y los votantes del pepé, en un mal educado, por ser suave en la expresión. Quizá el señor ministro haya podido conciliar el sueño -mejor para él-, que no digo que no, después de ver salir de la cárcel a Santi Potros y a otros muchos más etarras, de lo que no nos quiere enterar. Pero lo sabemos.
Ahora pretende el señor ministro del Interior presumir de que el año pasado "sólo" fallecieron en las carreteras españolas 1.131 personas -se dice fácil-, en un total de 981 accidentes interurbanos: tres personas menos que en el año pasado, sin contar las que mueren pasadas 24 horas después del accidente, que con esos ya no se cuenta en las estadísticas. ¡No son listos ni "ná"! Puede que el ministro y su directora general del Tráfico, María Seguí, estén satisfechos, medio satisfechos o nada satisfechos o no saben/no contestan. Eso da igual. Los que no estarán nada contentos son las familias de esas víctimas, igualmente, víctimas: padres, hijos, familias destrozadas. Eso sí que importa.
Algo ha fallado, sin duda, para que el número de muertos apenas haya descendido, aunque el ministro lo tiene muy claro: porque cada vez se hacen más viajes de largo recorrido y porque tenemos un parque móvil muy envejecido. Y va y lo larga así, como el que no quiere la cosa. Se lava las manos como Poncio Pilatos y se queda tan ancho. ¿Hombre de Dios, a quién se cree que engaña! Éste lo arregla todo al estilo del avestruz. !Sí que la tiene dura, el ministro! 
¡Joer, es que termina cabreando, coño, leche! Resulta que cada vez hacemos viajes de más largo recorrido, pues abaraten ustedes los transportes públicos y háganlos cómodos y eficaces, porque dinero hay, otra cosa es que no aparezca. Para más agravio nos llama pobretones, porque tenemos vehículos viejos -pero si es que no nos da para más-, bajen ustedes impuestos, a ver si nos llega aunque sea para un 600 nuevo.
De lo que no le oímos hablar al señor ministro fue del estado de las carreteras, que circular por algunas es como meterse en una pesadilla, peor que la de Steven Spielberg. Tampoco dijo nada de las señalizaciones -horizontales y verticales-, que en muchísimos tramos asemejan estar colocadas por analfabetos funcionales. De esas dos causas, ni mus, del ministro y acompañante. Mutis. Y como soluciones nos aporta el ministro más de lo mismo: seguimiento a los reincidentes -¡uuuy, qué miedo!-, más radares -¡a ver si vamos recaudando algo más, que nos hace falta la pasta!- y las inspecciones técnicas móviles -por decir tonterías, que no quede!-.
El ministro, junto con su acompañante, llegó, vio y se piró. Y ahí me las den todas. A ver si tiene capacidad mental para pensar a quién ha podido convencer´. A la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes (Dia) y a la asociación Stop Accidentes desde luego que no. Ya lo han dicho. Así que ya sabe, señor ministro, a hacer sus necesidades a la vía, que con los muertos no se juega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar con respeto