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martes, 31 de marzo de 2015

2017, Cataluña Estado independiente

El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, ha declarado esta mañana que ningún Gobierno permitirá la ruptura de la unidad de España. Eso ha dicho, como lo leen, en relación a la "hoja de ruta" que ayer firmaron los delincuentes reincidentes Arturo Mas -de Convergencia Democrática de Cataluña y actual presidente de la Generalidad de Cataluña, para más identidad: supera los 100.000 euros de sueldo al año- y Oriol Junqueras -de la Izquierda Republicana-. En el panfleto de folio y medio se fijan el año 2017, en marzo, para declarar la independencia de Cataluña. Ya tienen año y mes, sólo les falta el día.

A las palabras del presidente Rajoy han seguido unas sonoras carcajadas, que, bueno, que se han dejado oír prácticamente en todas partes. Ahora se lo va a contar a ellos, que ya lo tienen todo previsto. Que no, hombre, que no, que no van a desandar el camino. Después de pasarse por el arco del triunfo leyes, dictámenes judiciales, sentencias y prohibiciones, no van a volverse atrás. Ni aunque el tribunal más Alto les haya dicho que el 9N no existió, ni que el instigador a la sedición -y perpetuo desobediente y delincuente-, Arturo Mas, corra el riesgo de ser inhabilitado. Por cierto, seguro que sigue yendo al mismo gimnasio que el del fiscal que lleva el caso. Aunque así fuera eso nada tiene que ver. No. no, sólo que, oye, hablarán; es un decir. Total, y como van las cosas, poco le va a importar.
Según la "ruta" que se han marcado, las elecciones del 27 de septiembre serán ya plebiscitarias, tanto que los partidos sediciosos recogerán en sus programas que votarlos a ellos supondrá ya la aceptación de la independencia. O sea que ya no hace falta ni referéndum. A partir de ahí, si ganan -de lo que están seguros- iniciarán un proceso constituyente de unos diez meses y, mientras se redacta la Constitución Catalana -proyecto al frente del cual estará el juez -también pagado con los impuestos, que ya tienen una pergeñada, que la hacía en sus ratos libres- se irán conformando las estructuras del futuro Estado: Hacienda propia, Seguridad Social, acción Exterior -esto está bastante adelantado, a través de las embajadas-, Seguridad, etc., etc. Una vez aprobada su Constitución, eso sí, en referéndum, se proclamaría la independencia no más tarde de marzo de 2017. Posteriormente, se pasaría a “negociar las nuevas formas de relación con el Estado español y la Unión Europea”. Y ya está. Así de sencillo.
De aquí a entonces, los españoles seguiremos pagando los impuestos y esa clase política catalana seguirá derrochándolos a placer, y cuando les haga falta otra vez el dinero pedirán más, y más se le dará, a fondo perdido, porque los miles y miles de millones de euros no les llegan ni para mantener las embajadas. Y por si no había quedado claro, el portavoz del Gobierno catalán, Francisco Homs ya ha avisado de que en todo este proceso se va a hacer caso omiso a cualquier tipo de impugnación. Esto traducido al castellano quiere decir que "noslasuda" -a ellos- lo que puedan dictaminar los tribunales españoles.
Así que volvemos a las andadas. Pero, ahora, con chulería y media. Bueno, no tanto, que todavía nos dan una oportunidad, si la queremos, si no allá nosotros: dicen que se mantendrán expectantes por si acaso el Estado español ofrece celebrar un referéndum de independencia, que sea vinculante. Pero que mientras tanto ellos van siguiendo su carrilito para no perder tiempo. Y nada más. ¡Se podrá hacer algo, digo yo! Olvídate y vete de vacaciones o léete a Orwell. Es un decir.

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