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miércoles, 4 de marzo de 2015

Los agresores de la Diagonal, con cargos, pero libres

La razón de "lasinrazón". Mientras una mujer esperaba a que se pusiera en verde el semáforo para poder cruzar una calle, un joven le asestaba semejante golpe por detrás que le provocó una grave lesión en la pierna izquierda, haciéndola caer al suelo. El daño pudo ser aún mayor de haber caído la agredida a la avenida -que a punto estuvo- y ser arrollada por un vehículo. Si repugnante es la acción -a traición, cogiendo desprevenida a la víctima-, el hecho se agrava, porque fue grabado por un amigo del agresor y difundido después a través  de internet.
La increíble agresión se produjo el domingo 22 de febrero, a las seis de la madrugada, en la Diagonal de Barcelona. El "protagonista" de esta historia resultó ser un joven de 24 años, de Talavera de la Reina (Toledo), al que, gracias a la colaboración ciudadana, la policía fue cerrando el cerco, por lo que no tuvo más remedio que entregarse -seguramente bien asesorado- a las fuerzas de seguridad del Estado, en la comisaría de su pueblo. Ya ha declarado y ya está en la calle, en libertad con cargos, imputado por una falta de vejaciones injustas; pero, en la calle. Ahora declarará su amigo, el cámara, imputado igualmente por la misma falta. También, ya se lo  digo desde aquí -y ojalá me equivocara-, quedará en libertad, vamos que por la calle. O sea, a cabalgar de nuevo.
Ahora nos queda -sin querer, pero de manera irremediable- saber el por qué de la agresión, el motivo, si es que lo hay, de semejante villanía. Que no nos salgan ahora -por favor- diciendo que a esas horas una mujer decente no anda por la calle, como argumentaba uno de los seis violadores y torturadores de una joven india, en Delhi, que después falleció. Y decía más el violador: "cuando estaba siendo violada, no debió haberse defendido". Menos mal -y siempre dando gracias- que los jóvenes de la Diagonal se quedaron en la patada y huyeron, los cobardes.
Puede que se haya tratado de una "gracieta", con el fin de figurar como "héroe callejero" ante la audiencia de internet. Maldita la gracia que les haría a los agresores si la víctima hubiera sido, respectivamente -del agresor y del cámara-, su madre, mujer o hija; pobres mujeres, igualmente.
Resulta difícil, muy difícil, asimilar una agresión tal a una persona, incluso aunque hubiera existido un motivo aparente, pero a la que seguramente ni conocían. Y se eriza el vello -como le habrá sucedido a los familiares y amigos de la agredida- de tan sólo pensar que esto le hubiera ocurrido -o le pueda suceder- cualquier día a una persona que nos sea allegada y querida.
En cualquier caso, esto no se puede quedar así. Los jueces tienen que intervenir, y hacerlo ya. Después de ver el video de la agresión, esto produce causa de alarma social. El castigo ejemplar, y bien publicitado, no puede hacerse esperar, bajo ningún concepto, sería indignante.

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