Traductor

Buscar en este blog

domingo, 1 de marzo de 2015

Pablo Iglesias, sus envidias y sus frustraciones

Aquí, esto, como los del Tribunal Constitucional con lo del 9N o los del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con su dictamen sobre el juez catalán sedicioso. Para ese camino no necesitábamos esas alforjas, es decir que para esas sentencias, tardías y a destiempo, mejor se habían quedado todos en su casa. Lo mismo sucede con este de Pueden, "elbarredor", Pablo Iglesias, del que muchos se han sorprendido de sus últimas intervenciones, en especial la que protagonizó en el Centro de Bellas Artes (CBA) de Madrid, en donde, por cierto se ha inaugurado una exposición, a través de la cual Maduro abre otro frente para seguir colándose en España.

Si es que es muy sencillo. Vamos a ver. Este hombre recibe todo tipo de calificativos de menosprecio,  como ególatra, chulo, presumido, soberbio, iracundo, instigador al odio, vengativo, etecé. etecé., cuando lo único que padece es una enfermedad de difícil curación, como es la envidia, y una gran falta de formación social, como es el saber estar, su falta de educación. Todo se resume en eso: envidia y falta de educación; de verdad, no le den más vueltas. Desde que comenzó a darse cuenta de que -como ZP- podía pensar, su envidia malsana ha ido en aumento proporcional a la edad, hasta llegar a sus días de hoy. De sentido común, ni menos ni más.
Y la envidia de un envidioso mueve montañas, despierta pasiones que llegan a ser obsesivas. No se crean que por ser profesor universitario y honorario de la Complutense -el título se lo concedió, para mayor gloria, su amigo el rector Carrillo, hijo de Carrillo, Santiago- es una persona joven y suficientemente preparada, vamos un "telectual"; como él los hay a cientos y superiores todavía más. Lo que sucede es que la envidia, convertida en ambición, lo ha arrastrado hasta donde ha llegado, y que nunca imaginó. De a cuántos habrá dejado en la cuneta, todavía no lo sabemos -algún día se sabrá-, y que con cuidado se anden sus ínclitos amigos Errejón y Monedero, que más unidos estaban Felipe González y Alfonso Guerra. Y ya vimos.
Claro que tampoco hay que menospreciar su astucia, producto también de la envidia, y cómo ha ido vadeando todo aquello de lo que se aprovechó para ascender, lastre del que ahora quiere desligarse, pero no desprenderse, porque todavía hay cosas que le pueden servir.
De Venezuela, mantengamos las distancias, pero que siga llenando las arcas de la fundación  Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) -en la que la cúpula de Pueden ocupa los cargos directivos-, que ya ha recibido del régimen venezolano-bolivariano -que se sepa- más de cuatro millones de euros, mientras que la oposición a Maduro asegura que han sido catorce millones. Dicen que lo van a demostrar. En cualquier caso, ninguna de las dos cifras son nada despreciables.
De Irán, mejor no hablar. Y "alachitacallando" nos vamos embolsando al mes más de tres mil euros, por hacer en su cadena nuestros programas, en los que dicho sea de paso imponen una férrea censura a las mujeres con escote y brazos al descubierto. Que le pregunten, si no, a la socialista Beatriz Talegón. El programa se realiza en España, no en Irán, no. Mientras que a los griegos de "chiriza" vamos a azuzarlos para que pongan a parir a España, aprovechando que ahora tienen eco en todo lo que digan; pero que no nos citen, por si acaso.
De su intervención en el CBA, coincidiendo con el debate del Estado de la Nación, pues ya se vio, ególatra, chulo y presumido, al fin y al cabo, un mal educado. Todo fruto de la envidia, porque se cree ya el jefe de la oposición, y no lo llamaron. La envidia lo corroía, porque puede que acaso, y poquito a poquito -y él lo ve-, ese deseo se quede solo en eso, deseo frustrado. Así y todo, la astucia por delante, que mientras su grupo en el Parlamento Europeo -donde tenía que estar ese día, que para eso cobra, y bien- apoyaba al régimen de Venezuela, él estaba en España, retando con un mal gusto desmedido -algo así como un barriobajero, y se sonreía- al presidente del Gobierno de España; sólo le faltó elegir las armas, y eso -seguro que lo sabe, porque es muy listo él- que las carga el diablo. Malo, malo. Otro que entra en guerra, como Monedero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar con respeto