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jueves, 16 de abril de 2015

Rato, un gigante con los pies de barro

Con la mirada perdida -como no sabiendo en dónde se encontraba-, sin corbata -y probablemente sin cinturón-  salía Rodrigo Rato, ayer tarde, de su domicilio de Madrid. Su detención se produjo después de más de tres horas de registro de su domicilio por parte de los agentes de la Agencia Tributaria. La orden de detención partió del juzgado número 35 de los de Madrid, tras acusarlo el fiscal de alzamiento de bienes, blanqueo de capitales y fraude fiscal. Realmente fuerte, muy fuerte y duro -aunque se veía venir- para el que tuvo el mundo a sus pies.
En su faceta política era el "duro", el implacable y soberbio viceministro de Hacienda del Gobierno de  José María Aznar. Rodrigo Rato fue, después, presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI), presidente de Bankia -entidad a la que sacó a Bolsa- y "dador" de "tarjetas negras". Odiado, alabado, vituperado y ensalzado. Todo en él tenía cabida, según el interlocutor. Últimamente: chorizo, rata, evasor, ladrón e inocente mientras no se demuestre lo contrario.
Este acontecimiento paralizó ayer prácticamente el país, durante unos minutos. El ministro que hoy ocupa el cargo que él ocupó, Montoro -"otro duro"-, ya lo dejaba entrever cuando decía que la Hacienda Pública no tenía amigos, ni compañeros, vamos, que está por encima del bien y del mal. Algo así como la Justicia, que ayer se llevó detenido a su excompañero de partido.
Si es así, porque tiene que ser así, pues sea; ahora bien, que lo sea con todos. Porque no deja de ser curioso que esta detención se produzca en vísperas electorales -parece que no había otra época, ni mucho antes, ni después-, lo que puede perjudicar al partido del Gobierno, el pepé, o no, todo depende de cómo lo sepa "vender", hasta le puede venir bien; no quiero insinuar que estaba preparado. Ya digo: vender la moto; el motorista, en estas lides, poco importa.
Pena, penita, pena, que no haya elecciones más a menudo. Quizás los justicieros de la Justicia se apuraran más. A ver si lo consiguen, porque hay por ahí algunos casos que la ciudadanía querría ver pronto resueltos, en los que también se manejan muchos miles de euros, y a los implicados no se les puede dejar marchar de rositas. Los jueces tienen que aclarar el papel jugado, y su responsabilidad, por Manuel Chaves y Griñán en los ERES de Andalucía. Y si hay que juzgarlos, hágase. ¡Que no prescriban, por dios!
¡Qué decir de los casos de Cataluña! Con toda la familia del expresidente de la Generalidad, los Pujjjols. No se salva ni uno de la quema, y ahí los tenemos todos por la calle, y coleando. Ni comisiones parlamentarias de investigación, ni juzgados. Al final será, a través de elPequeNico por lo que los manden al trullo. Porque menudas las declaraciones del empresario De la Rosa que le han encontrado grabadas al chico; no tienen desperdicio. Ya se verá la trascendencia de las mismas.
Y del presidente actual de la Generalidad, Arturo Mas, casi nada. Por un lado, los dineros; por otro, los delitos continuados de incumplimiento de las leyes, desobediencia a los dictámenes judiciales, malversación de fondos, traición, instigación a la sedición, instigación al enfrentamiento, y, por si fuera poco, encubrimiento de terroristas yihadistas en la fundación Nous Catalans, de su partido Convergencia Democrática de Cataluña. Y, como los Pujjjol, por ahí anda, por el extranjero, poniendo a caer de un burro a España, llamándonos terroristas a los españoles y gastándose nuestro dinero.
Hay mucho camino por recorrer todavía por los jueces. Vayan haciéndolo, el camino, como quieran o como puedan. Pero para todos igual. ¡A ponerse las pilas!

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