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sábado, 27 de junio de 2015

El reloj de Rajoy no marca las horas


Tras la conformación de una Diputación Provincial comentaba, en un “corrillo”, la alcaldesa de un pueblo que esto era muy triste: “hay mucha más gente que se merece algo más; estos son los de siempre, a los que les hemos hecho nosotros la campaña, a pie de calle, y ahora se vuelven a repartir los escaños provinciales, sin mancharse tan siquiera de polvo los zapatos. A mí ya me da igual, que hagan lo que quieran; yo seguiré, como siempre, trabajando por mis convecinos”. Era una alcaldesa del pepé de un pequeño pueblo, de una pequeña provincia, de Castilla y León.

El estado de ánimo de esta alcaldesa, aunque ella no lo sabía, era el mismo que invade a muchos cientos de alcaldes y militantes a lo largo y ancho del país, que, como ella, se ven abandonados por su partido, por unos dirigentes desagradecidos y egoístas, que sólo se han preocupado por salvarse de la “quema”; dentro de otros cuatro años volverán a aparecer, engatusando y engañando a sus propios compañeros de partido. Así es la cosa, así está establecida. Por desgracia para los militantes y, por extensión, para los votantes del “pepé”, que cada vez son más los que “pasan” de acudir a las urnas en las jornadas electorales: léase dos millones y medio, en las municipales y regionales del 24M.
No es de extrañar que la conocida como “Marquesa rebelde” del “pepé, la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, esté que lo vierta, pidiendo a “voces” un cambio en el partido, otra manera de ser y de actuar. Cayetana, marquesa de “Casafuente”, hija de un francés y una argentina, se define “española de elección”, porque optó por esta nacionalidad, y España le duele, como a todos los que nos sentimos españoles, de nacimiento, de adopción o de elección. Cayetana, que forma parte de la corriente interna del “pepé” denominada “Libres e iguales”, quiso hablar en la Junta Directiva que el su partido celebró en abril, pero no la dejaron ni abrir la boca; no hubo ni una intervención, excepto la del presidente, Mariano Rajoy. Todo muy lindo, todo muy bonito; el batacazo, al mes siguiente.
La que ha devenido en ser la portavoz de los descontentos, Cayetana, pide a la dirección del partido que éste sea el “espacio de la razón” en España y le exige una recuperación de la política, una modernización de la estructura del partido, con un proyecto político para España y libertad de voto parlamentario y, sobre todo, unas “primarias” internas, que constituirían una “salida frente al blindaje de los mediocres y equivocados”. Y que, por favor, que el Gobierno abandone su “silencio y pasividad” en todo lo que acontece en Cataluña, la “zona cero”, como dice esa corriente interna “Libres e iguales” -para preservar “la unidad, constitucional de España-, donde por norma se incumplen las leyes. Casi, casi, coño, todo un esbozo de programa interno y externo, que todavía no se ha atrevido a exponer el propio presidente del partido.
No hay que olvidarse tampoco de que Cayetana, además de parlamentaria “pepera” e integrante de la corriente crítica “Libres e iguales” ha sido secretaria del Gabinete del Secretario general de Acebes -que fuera ministro del segundo Gobierno de José María Aznar- y es ahora también directora del Área Internacional de FAES, la fundación del “pepé”, que preside Aznar. ¡Casualidad!
Resulta más que evidente, que los cambios realizados por Rajoy no han gustado a Cayetana, acaso, tampoco hayan sentado muy bien en FAES, ni a “Libres e iguales” o acaso a todos ellos a la vez. Lo cierto es que la incorporación del controvertido Moragas y del nuevo número tres, Martínez Maíllo -presidente del “pepé” zamorano, que ha perdido el ayuntamiento de la capital zamorana y de las poblaciones más importantes de la provincia, Benavente y Toro- y la permanencia del incombustible Arenas, elBocanegra, no ha hecho mucha “gracia” a esos militantes y votantes que esperaban mucho más. Ni tan siquiera han gustado las formas en el relevo del ministro de Educación, y mucho menos la manera “chulesca” de expresarse del presidente Rajoy, por lo intempestivo del relevo. El tiempo se va acortando y parece como que el presidente no siente las horas, como si se le hubiera parado el reloj.


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