¡Abuelos del mundo, uníos!

No quería dejar pasar la ocasión, como dirían los políticos, para, siendo el día que es, felicitar a los niños, la esperanza de nuestro futuro. Ya sé que pueden joder mucho con la pelota -y en particular el vecino de arriba, el angelico-, pero, qué se le va a hacer, son niños. Aunque la culpa no la tienen ellos. Los abuelos sí que los machacan, y a nosotros también; hasta se han dejado las córneas por aprender a manejar el celular -"osease", el móvil- con tal de poder aprender a cómo poder enseñar las fotos de las criaturas, cada cual con el coeficiente más alto.

En fin, cosas de la edad. No son niños, pero como si lo fueran. Hay que ser comprensivos, transigir -paciencia y aguante-, porque es que lo hacen con la mejor de las intenciones. Lo que nunca he entendido es con qué fines. En cualquier caso es una manera de que mantengan la mente en activo, aunque se ponen un poco pesados cuando descubren lo del "güasap". No es que estén todo el día "guasapeando", no, es que todo su afán es enseñar a los demás cómo se hace para que funcione, porque además de ser de a gratis no hay que hacer cola.

Bueno, a lo que iba, que felicitaciones para los niños y que tengan un buen año y que la alcaldesa de Madrid no les meta el "coco" en casa o al "tíodelsaco". Porque es que a laseñáManuela eso de ser "miembra honorífica" del "Club de la bata guateada y las zapatillas de pompón" se le ha subido a la testa y, al contrario que los otros abuelos, lo que le encanta es pensar, idear ocurrencias -"manueladas", que no manoletinas- con el fin de jorobar a los nuestros retoños.

Todavía tiene en mente la "abuela cruela" lo del concurso infantil para la búsqueda, rastreo, localización y recogida de colillas por la capital del Reino. No crean que se ha olvidado de la "bombilla". Como hace siempre, suelta la "manuelada", espera reacciones y actúa en consecuencia. En este caso en concreto, se le planteaban dos problemas. El primero, ver la reacción, principalmente, de la Justicia, sí, del Tribunal Tutelar de Menores, que ni ha dicho esta boca es mía, suya, de los jueces, que estaba desaparecidos. Por ese lado, el asunto resuelto. Lo que no ha ideado, de momento, -el segundo problema- es cómo quitarse a los abuelos de encima, para manejar a los niños a su antojo. Ahí lo tiene más crudo. Pero, volverá, volverá.

Mientras resuelve esa "equix", la "cruela" se ha vengado de los padres y de los abuelos haciéndolos quedar por mentirosos. Porque les ha desvelado que los Reyes Magos de Oriente no vienen de por "porallípallá". Los del seis de enero, les ha dicho con toda la crueldad, ya están aquí, llegaron ya, y no son como dice la mamá. Están desde hace días en Vallecas y en San Blas, que son los barrios del jefe "podemita" y de la "Princesa del pueblo", y en el barrio de Carabanchel. Y además, por si fuera poco, hay mujeres disfrazadas de reyes. Lo que decíamos, "Reyas Magas". ¡Todo el gozo de los niños, metido en un pozo! Y todo por una "manuelada podemita".

Aunque, la peor parte se la han llevado los niños del colegio Arenales, un centro privado concertado -del Opus, para más datos-, al que laseñáManuela prohibió participar en el desfile de Carabanchel, porque segregaba a los niños, es decir que en las clases los niños con los niños, las niñas con las niñas. Hasta algunos de los suyos "podemitas" la han criticado su crueldad y se ha visto forzada -eso es lo que le gusta- a invitar a los niños de ese cole a participar en la caravana regia, aunque no al colegio, que ya tenía preparada su propia carroza, que habían construido sin subvenciones. Pero, laCruela, que, como digo, se ha visto forzada a cursar la invitación, no ha podido por menos que sugerirles que se "arrimen" en el desfile a la carroza del colegio católico "Luz Casanova", que esos estarán encantados de acogerlos. ¡Ya le vale, a la tía!

No hace falta que laseñáManuela diga que no le gustan los niños, ni que lo disimule. Ya se ve. Porque, cada vez, la putada que les hace es más gorda. No me imagino cuál será la próxima -"probes angelicos"-, pero nada me extrañaría que un día contratase un flautista. Y eso, no. Hasta ahí podíamos llegar. ¡Abuelos del mundo, uníos!