Carmena, la abuela "Cruela"

La última "carmenada, de laseñáManuela, la alcaldesa de Madrid, no es para tomársela a broma. En tocando a los nuestros niños, el asunto es más que serio, más bien diría que muy grave. Pretende ahora la alcaldesa que sean ellos, los niños, quienes realicen un trabajo callejero y peligroso, explotándolos -como si no pasara nada-, como si en un país del Tercer Mundo nos encontráramos, recogiendo colillas por las calles e instigándolos al enfrentamiento con sus progenitores, con los papás. De Pedagogía y educación esta "señá" -del Club de la Bata Guateda y zapatillas de pompón- no tiene ni idea; de la utilización de la Lengua Española, menos todavía. Sí sabe, y hasta en los tuétanos lo lleva metido, que su fin es implantar el comunismo y todo lo que ello conlleva de denigración del ser humano.

En esta ocasión, el ser humano es el más débil, el niño, que no vamos a dejar que esté indefenso, si es lo que se ha pensado lo contrario laseñáManuela. Que ya hay que tener cara dura para atreverse a proponer que sean ellos, los niños, nuestros hijos, quienes recojan las colillas, las "pavas", de los cigarros tirados en las calles y que sean ellos, nuestros hijos, los que tengan que sacar una "tarjeta roja" a nosotros, los papás que no se comporten según las normas dictadas por la "podemita" laseñáManuela, que desde hoy, y con todo el merecimiento, no merece otro calificativo que laCrueladelaVilla, el "coco" o "latíadelsaco" y, si me apuran, un demonio.

Como no pudo con las madres, que se negaron -¡hicieron muy bien, qué coño!- a limpiar los colegios de los niños, LaCruela se "cebó" con los estudiantes universitarios -tachándolos poco menos que de vagos y maleantes-, ofendiéndolos e insultándolos -lo normal, en esta gente populista, comunista- para que fueran ellos los que limpiaran calles, parques y jardines de la ciudad. La respuesta, la más lógica que se podía esperar, hablando coloquialmente: ¡barre tú, o que lo haga tu padre, si es que lo conoces, leches! Luego prometió que iba a regalar a los fumadores ceniceros portátiles o de bolsillo -pagados con los impuestos de todos, por supuesto-, pero parece que se arrepintió o no ha encontrado todavía la empresa afín a la que encargárselos. Y ahora le ha tocado el turno a los niños, a nuestros hijos; detrás, seguro, vendrán los abuelos, los parados y los jubilados. ¡Total, como no tienen nada que hacer! Estos a recoger las cagadas de los perros.

Esto no es para tomárselo, ya digo, a chanza, que nos jugamos mucho y muchos valores con la ocurrencia-"bombilla" de LaCruela. Lo que no me explico, a estas horas, es cómo todavía no ha intervenido algún Juzgado de Guardia, o el Fiscal General del Estado, o al menos el Tribunal Tutelar de Menores, o la Inspección de Trabajo, o el ministerio de Sanidad, o los Sindicatos de los trabajadores de los servicios de recogida de basuras, o Amnistía Internacional, o en su defecto, y se cortaba de raíz el problema, los loqueros o la residencia de ancianos. Ya ven si da de sí la genial idea de LaCruela, que en su día estudiarán los historiadores, los sociólogos y los psicólogos.

Pero, lo más lógico y razonable, y con carácter de urgencia -antes del domingo, o si tiene que ser en domingo pues ala- sería una moción de censura auspiciada por el "pesoé" -que al fin y al cabo es el partido que la mantiene en el poder-, que sin duda alguna, sería apoyada por el "pepé" e incluso por los "cíus". Se terminaría, de una vez por todas, con tanta gilipollez que emana de manera continua del ayuntamiento de la capital del Reino. En lo que atañe a los niños, lo que se tenga que hacer que se haga. Cuestión de Estado.

Para más "inri", LaCruela ha dado a conocer su ocurrencia en un foro, muy poblado, de París. Pero, no sólo eso propuso, lo de los niños "colilleros", no. Como abuela que es, si no queríamos caldo, dos tazas. Ya está barajando la idea de que los turistas que visiten Madrid participen en asambleas y círculos y esas cosas de los de la izquierda extrema. ¡Vergüenza internacional! Lo del café de laBotella en las terrazas de la Plaza Mayor, una anécdota.