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lunes, 7 de marzo de 2016

El juez Pedraz, víctima de sus palabras

Hay que ver lo que hay que ver. El juez estrella de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, que ha vuelto a archivar la causa contra el concejal podem(K)ita Guillermo Zapata, por humillación a las víctimas del terrorismo. Ya es la tercera vez que el juez da carpetazo al asunto, pese a que la Sección Segunda de la Audiencia Nacional le ha ordenado que haya juicio, que tres jueces ven más que uno. Pues, él que no, y punto, y vale, y punto. Eso suena a algo. Vaya querencia la del juez, que parece que pretende llevar a los altares al concejal tuitero. ¡Vaya usted a saber!
Lo curioso de todo esto son los razonamientos en los que el juez Pedraz se basa -con la aquiescencia indecente del fiscal, que primero pide que se reabra la causa y ahora tan empeñado está como el juez en cerrarla- para tratar de justificar su arbitraria decisión. Es algo así como de alucine, inaudito, increíble, pero cierto.
El juez se mete en las entrañas del concejal para afirmar que este no tuvo intención de humillar a las víctimas del terrorismo etarra. En este punto conviene recordar que el podem(K)ita Zapata aseguraba que habían cerrado el cementerio de Alcáser -donde están enterradas las tres jóvenes asesinadas brutalmente- para que Irene Villa -víctima, cuando niña, de un atentado de ETA- no pudiera acudir allí a por repuestos. Ingenioso, el hombre. Pero, no paraba  ahí. También aportaba la solución para deshacerse de cinco millones de judíos, nada más y nada menos que metiéndolos en un cenicero de un Seiscientos, y se supone -digo yo- que antes habría que matarlos, trabajo que, por cierto, le adelantó Hitler, al que quizás admire; no lo sé.
Desde luego, sí que estaba inspirado el juez Santiago Pedraz, que en su argumentación considera que sólo se trata de palabras -a veces las palabras matan-, las del concejal, que no se pueden criminalizar, que eso sólo se hace en las dictaduras. Ahí se para el juez, porque sólo le faltó añadir que como en la de Venezuela; pero, no hay mejor palabra que la que está por decir y en boca cerrada no entran moscas. Y se lleva la cosa por lo de la manida y manoseada su "libertad de expresión", con una reflexión que pasará a los anales del Derecho, porque entiende -digo yo que entiende- que todo este proceso "ha involucionado hacia una aparente presunción de culpabilidad", sentencia que puede colocar en una placa -como pretenden los del 15M en la Puerta del Sol- a la entrada de su despacho. ¡Con orgullo, hombre, con un par!
El juez, Capitán Trueno, EL Jabato y Roberto Alcázar y Pedrín y Gila -todos a la vez-, no para en barras y quiere sentar jurisprudencia y clase dogmática a sus colegas de profesión, por si no se han enterado de que el juez Pedraz también existe, como Teruel. Es decir, que si el concejal podem(K)ita fuera juzgado quedaría comprometido el derecho a la libertad de expresión -otra vez, la misma cantinela- y, lo que es peor -sentencia el juez, sin haber juzgado-, a ello "habría contribuido un Poder Judicial que no cumple su función constitucional al retorcer el derecho en favor de una justicia material que no legal". Diríase que el juez no lo es tal, sino más bien el abogado defensor del podem(K)ita, que no duda, ni lo más mínimo -eso sí, en aras de la libertad de expresión, y porque es juez- en poner en entredicho la integridad de los tribunales, de los de otros, no del suyo. Algo tendrá que decir alguien. Me imagino.
Y todo lo hace el juez Pedraz, con tal buenismo que, razona -si es que a eso ahora se le llama razonar- que si el podem(K)ita es juzgado y resulta que es absuelto, el pobre hombre habría sufrido "penas de Telediario", de "banquillo" y de "paseíllo". Lógicamente, si no se le juzga, no se sabrá si es culpable o inocente. Lo del Telediario, el banquillo y el paseíllo creo que le han de importar un pito a su señoría; eso que se lo deje a los de "Sálvame". Lo importante es que en un juicio -si tiene que haberlo, porque es necesario y no evitarlo porque el concejal no salga en la tele- se demuestre si es culpable o es inocente. Hasta entonces, con Dios, señor juez.

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