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martes, 22 de marzo de 2016

Martes Santo, sangriento

Y Tintín y el Manneken Pis lloraron. Y con ellos todos los demás. Los yihadistas del Estado Islámico hicieron de Bruselas un amanecer de Martes Santo sangriento. Los terroristas nos hicieron recordar, de día, los asesinatos de la noche de París, a muy pocas horas de la detención del terrorista más buscado. Ahora todos somos Charlie Heddó, París y Bruselas. Pero, son ya demasiados muertos -Metro de Londres, trenes de Madrid, Torres Gemelas-, demasiado dolor y, aunque todos estamos con las víctimas, los muertos no volverán.
Hoy ha sido en Bruselas; mañana, en cualquier otro lugar del mundo. Estos fanáticos, iluminados, convencidos de que lo que hacen los llevará al reino de los cielos, son, por desgracia, cada día más  y cada vez mejor entrenados y con armamento más sofisticado. Cierto que matar es fácil, pero cada día estos terroristas se lo ponen más difícil a los cuerpos y las fuerzas de seguridad de los estados.
Europa, la vieja Europa, tiene que reaccionar. Los estados miembros tienen que aunar esfuerzos y estrategias, pero entendiendo, primordialmente, que el problema es de todos ellos y que nos afecta a todos nosotros, los ciudadanos. No pueden los países europeos cometer el error que durante años ha venido cometiendo, precisamente, y sobre todo Bélgica
Los belgas se equivocaron con la banda terrorista y mafiosa de ETA. Fueron permisivos con los etarras, mientras en España murieron cerca de mil personas por las bombas y los tiros en la nuca de esos asesinos. Para los belgas, los muertos de España no iban con ellos. Se han equivocado también los belgas, con su permisividad con los integristas yihadistas, que han hecho de uno de los barrios de Bruselas una comunidad cerrada, inexpugnable, incluso para la policía. De hecho, el terrorista más buscado de los atentados de París se ha podido, como quien dice, pasear por ese barrio bruselense desde la comisión de los asesinatos, protegido, amparado y ocultado por familiares y amigos y discípulos.
De terrorismo y de dolor y de muerte y de desprecios y de olvidos sabemos mucho en España, y por esa razón es necesaria la unión, la unanimidad y el convencimiento de las fuerzas políticas de que hay que acabar con el terrorismo y hacer caer sobre los terroristas todo el peso de la Ley. El que la haga, que la pague con todas sus consecuencias, hasta donde sean condenados. Y para ello se requiere una prevención -dotar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado de todo lo que necesiten-, colaboración ciudadana -que la hay- y unión de los partidos políticos -de todos-, para que no se creen suspicacias entre la ciudadanía, y ayudar y respetar a las víctimas.
A Raíz de los atentados de París, se creó en España el Pacto de Estado Antiyihadista. Los principales partidos políticos se adhirieron a él de manera incondicional, excepto uno. Hoy ese partido, sus líderes, pretenden formar parte del futuro Gobierno de España. Ese partido hoy sólo puede tener protagonismo por su insolidaridad. Hoy el máximo dirigente de ese partido dice condenar los atentados de Bruselas, pero sigue sin adherirse a ese Pacto de Estado Antiyihadista. Hoy el líder de ese partido sigue pensando que los presos de ETA, como elGordo, son y han sido presos políticos.

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