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lunes, 4 de abril de 2016

A los caballos, que vienen los indios

Ya estamos otra vez. Menuda bullas es la tipa esta, la exjueza y ahora diputada podem(K)ita Victoria Rosell. Ya la armó en febrero y, vuelta con la burra al trigo, en el día de ayer en el aeropuerto de Gran Canaria. Nada, que debe tener complejo de autoridad y a toda costa quiere que le abran la sala vip para pasar más de prisa o para descansar o aprovechar para tomarse un café de a gratis. De vergüenza ajena, vamos. Y de esta barriobajera es de la que dicen que administró Justicia. O sea, algo así como elKichi, de Cádiz, que dice que tiene una cerrera y se comporta como un calavera.
Pues no hizo otra cosa que llegar la tipa al aeropuerto y le faltó tiempo para enfrentarse con los funcionarios, exigiéndoles información sobre unas maletas que ellos tenían perfectamente controladas. Lo mismito que iban a hacer con ella al cruzar el "arco", controlarla, como es lo propio en los aeropuertos cuando se va a embarcar. No quería la señora separar el ordenador del resto de equipaje de mano, amenazando a los funcionarios con que era diputada y podía solicitar la sala de autoridades, lo que ya hizo en el anterior escándalo. Lógicamente, ni le permitieron entonces el paso a esa sala ni se lo permitieron tampoco ayer.
Pero tanto insiste la señora en pedir lo que no debe, que los funcionarios le pidieron que se identificara a lo que respondió en el castellano más puro que "no me da la gana", que quería ver al jefe -ella no trata con subordinados, con la chusma, con los trabajadores, con los proletarios- y que se iban a enterar. No se crean, no, que entregó la documentación identificativa en el primer momento, no. Ella continuó su camino como si tal cosa, caminando, pese a los reiterados requerimientos del agente, hasta que por fin la exjueza cedió, después de armada la bulla, alterar el normal funcionamiento del protocolo de control de seguridad y hacer esperar e incomodar a los demás pasajeros.
Desde luego, es de alucine lo de esta mal educada exjueza y, como digo, diputada podem(K)ita, que está siendo investigada por un asunto que llevaba como jueza, en el que parece ser favoreció descaradamente a su marido, amante o lo que quiera ser. De todas formas, estando en un nivel cuatro de prevención de la lucha antiterrorista con los yihadistas, me creo que la actitud -y la aptitud- de esta podem(K)ita no debería quedarse en una anécdota como la vez anterior, sino que es algo reiterativo y que entorpece la aplicación de esa alerta, con lo que pone en peligro la integridad -la propia vida- de los demás usuarios del aeropuerto, no sólo de los pasajeros del vuelo. Pero, claro, como su partido, el de elBarredor Pablo Manuel Iglesias no firmó el Pacto de Estado Antiyihadista, el asunto no va con ella. En realidad, esta diputada supone un peligro, y lo normal hubiera sido que la hubieran detenido e interrogado, como muy probablemente le hubiera sucedido a cualquier otro ciudadano que hubiera adoptado su postura. A ver si para la siguiente -que no hay dos sin tres-, los funcionarios cumplen a rajatabla su obligación, hombre, que no les va a pasar nada por cumplir con su deber. Por dos veces, se les ha marchado de rositas.
Y a esta elementa es a la que elBarredor tiene reservado el ministerio de Justicia del Gobierno de España. Apañaos estamos. Porque el de los Ejércitos ya tiene también dueño, en la persona de el exjemad Julio "El Rojo", -el de la Operación Atalanta, todavía no esclarecida- que, convencido de que los podem(K)itas hacen bien en no firmar el pacto antiyihadista, declara -sin prueba alguna- que han sido algunos países occidentales los que financiaron a los yihadistas.
La exjueza Rossell dice que todo lo que se ha contado sobre sus peripecias en el aeropuerto no son ciertas y que todo es una persecución política. El exjemad acusa a países occidentales de haber promocionado a los yihadistas. Los dos, ambos, siguen a "piesjuntillas" las normas comunistas, estalinistas-lenininistas, sobre la mentira. No importan los medios para lograr los fines. Eso lo aplican a todo. Así que, ojo, vámonos a los caballos que llegan los indios de coleta morada.






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