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sábado, 2 de abril de 2016

Ana a la ONU y Colau a pescar

Quién se lo iba a decir a ella -y a nosotros- que, cuando invitaba al mundo a tomar un café desde la Plaza Mayor de Madrid, se estaba labrando su futuro. La exalcaldesa de la capital del Reino, Ana Botella, la del "bigotes" José María Aznar, ha sido contratada por la Organización Mundial del Turismo. Asesorará sobre turismo urbano directamente al secretario de esta organización que depende de las Naciones Unidas. Imaginamos que dentro de su cometido no estará el parlamentar sobre las tribus urbanas, que me da a mí que eso es otra cosa. Esta ya no se muere de hambre.
Es que hay quien nace con estrella y otros nos la pegamos todos los días, que nos estrellamos, vaya. Así, porque invitó a "toquisqui" a tomar un café desde la solana madrileña, van y le cascan un trabajo. Ya me gustaría a mí, ya, que pese a que ofrezca hamburguesas desde el Mac de la Puerta del Sol lo único que saco en claro es el dinerito del bolsillo para pagar, lógicamente. Además, la señora del expresidente del Gobierno de España no tendrá ni que viajar a los sitios, al extranjero, porque es que puede desarrollar su cometido en el propio Madrid, que es donde los del turismo mundial tiene la oficina.
Bueno, bueno, pues al que Dios se la dé San Pedro se la bendiga, y si la señora Botella tiene que madrugar, ya sabe que al que madruga el de arriba lo vigila más tiempo y pocas cosas se va a encontrar, que con los tiempos que corren hasta las basuras están trilladas a esas horas.
Quién se lo iba a decir, ya digo, cuando se dio a conocer en el universo haciendo el "ridi" con un café y hablando en un idioma que hasta los de la productora del anuncio pensaban que es que le había dado algún pasmo con el "caloret "de la acogedora Plaza. Lo que es evidente es que uno no sabe cuándo le llegará la ocasión -yo ya me estoy cansando, y voy a dejar de jugar- o, por lo menos, cuándo será el día en que descubramos ni lo que sospechábamos: nuestra vocación real, que ni, por asomo, nos imaginábamos.
Es lo que también le ha acontecido a la alcaldesa podem(K)ita de Barcelona, que se picó y ajos come. Quiere ahora disimular lo "encabroná" que está por los piropos que le brindó el filósofo y miembro de la RAE, Félix de Azúa, que -no hay mal que por bien no venga- la ha llevado, a laColau, a vislumbrar su vocación tardía. ¡Lástima de estudios! Si no, vamos, que la primera. Se ha hecho amiga de las pescaderas del mercado, para que no la olviden ni siquiera un momento, porque, nunca se sabe, por si vienen mal dadas. Un trabajo sencillo y vaporoso, que se disfruta intensamente, porque cuando los normales se acuestan, ella, la futura empleada, se levantaría. No hay nada mejor que un olor profundo y penetrante para despejar la caraja mañanera, y sería la ocasión recuperada de trabajar por primera vez en algo productivo y cotizar por méritos propios.
Pero, no se fíen. Ha sido tan sólo un espejismo. Fue a ver a las pescaderas, porque no sabía que ese oficio existía. Pensaba que el "pescao" se criaba y recolectaba en los árboles pesqueros y que lo mejor para vendimiar era llevar uvas de postre. Fue a ver a las pescaderas en desagravio -y desagraviarse ella igualmente- por lo que de ellas dijo Azúa, que no dijo nada contra ellas, sino contra la alcaldesa alegre y prototipo de fascista. Cuando llegó no era la "madrugá", sino bien entradita la mañana, porque sin madrugar y nada qué hacer, qué mejor lugar para el ocio que el mercado. Y, casualidades de la vida, cuando arribó ya la estaban esperando los "arretrateros" de la prensa. Es que, en realidad, pasaba por allí.

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