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miércoles, 6 de abril de 2016

El reino nazi talibán de los secesionistas catalanes

O más que talibanes o yihadistas. Terroristas tal cual, estos nacionalistas secesionistas catalanes, desalmados. No hace falta disparar un solo tiro para ser terrorista, para sembrar el terror y el pánico entre muchas familias que siendo catalanas se consideran también españolas. ¡Con un par! ¡Con todo el derecho! Pero estos separatistas de caca, no respetan a nadie que no comulgue con sus ideas, por cierto trasnochadas y manipuladas, aún a sabiendas. Y todo viene a los casos de inmersión lingüística. A cómo tratan de amargar la vida a todos aquellos que quieren que sus hijos aprendan el español y en español en Cataluña.

Avergonzados, pero a la vez indignados, hemos visto y oído cómo unos padres españoles, de la región española de Cataluña, han relatado en el Parlamento Europeo las malas artes a los que los somete la Generalidad -presidida por el hijo del pastelero, el delincuente elPájaroEspanta, sucesor del otro delincuente, Arturo Mas-, a ellos y a sus hijos. Sólo pretendían -y porque tienen derecho a ello- que los pequeños pudieran recibir clases en español.
Pues, miren, toda una cruzada, más que un calvario, para padres e hijos a partir de ese momento. A través de los medios de comunicación sufragados con el dinero de todos los españoles y con las plumas de periodistas -sin ética, sin moral, sin principios-pesebreros se dio publicidad a la pretensión de esos padres, de los que se citaban los nombres, apellidos y lugar de su vivienda.
Tiempo les faltó a los secesionistas par iniciar el acaso sin piedad contra la familia, tanto desde el Departamento de Enseñanza de la propia Generalidad, pasando por el AMPA del colegio -Gaspar de Portola, que así se llama el centro "educativo", de Balaguer, en Lérida-, profesorado del centro, padres de otros alumnos -a los que recomendaron no jugar ni juntarse con los "apestados" españoles-, hasta escraches a los pequeños. El acoso también incluye una manifestación a la puerta del colegio convocada por Convergencia y Unión, Izquierda Republicana, los guarrillos de las CUP y la misma AMPA ¡Qué miserables cobardes!. El motivo de la concentración era que una familia pretendía erradicar el catalán de la escuela y que por culpa de esa familia se tendría que introducir el español en, al menos, una asignatura. Y la pobre familia, además del sufrimiento, de todas estas vejaciones salvajes de talibanes terroristas, tuvo que cerrar a las pocas semanas un pequeño negocio -un bar restaurante-, que era el sustento de la familia.
Si estupefactos se quedaron los parlamentarios europeos -boquiabiertos- por tales relatos -porque no fueron ni uno ni dos-, avergonzados tendrían que estar los poderes públicos españoles que consienten que eso suceda. Porque sólo le falta a esos ciudadanos catalanes que se consideran y lo son, por supuesto, también españoles, que les obliguen a colocarse un distintivo -como hicieron los nazis con los judíos- para estigmatizarlos y, con el tiempo -¡ojo!- los puedan ir recluyendo en guetos y, si lo consideran necesario, gasearlos. Hasta ahí son capaces de llegar estos secesionistas y, lo que es peor, hasta ahí serían capaces de permitírselo quienes tienen que velar porque se cumplan sus derechos, los derechos de los españoles.

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