¡La
que ha vuelto a liar el Papa! Le
dice a los jóvenes que no se casen sólo porque hayan dejado embarazada a la
chica. O sea, que como dirían nuestros mayores, que vivan en pecado, que para
eso del matrimonio sobra tiempo. ¡Hombre y tanto! Pero, una cosa es aconsejarles
que se esperen y otra muy distinta que se viva a “trocarrés”. Ya sabemos que
cuando el Santo Padre dice estas
cosas está inspirado por el Espíritu
Santo, que ya ven, se nos ha hecho más progre que el propio Pontífice. ¡Y parecía que el pajarraco ese
estaba “anquilosao” desde la “Última Cena!
Si
se lo cuentan esto a Santo Tomás se
cae de espaldas. Se creerían antes que Cristo
resucitó al tercer día sin necesidad de meter la mano en la llaga. Es que el
hombre del Vaticano tiene a veces
unos dislates -dicho sea con perdón y con todos los respetos- que despista al
personal católico, apostólico y de donde quiera que se encuentre. Ya nos la
armó con lo de la madre que lo parió cuando el atentado contra la revista parisina
Charlie Heddo. Sus controvertidas
declaraciones obre la bofetada que alguien le da a alguien en algún sitio,
casis casi venían a justificar la
masacre yihadista; como que todavía el asunto no está muy claro Porque, oigan,
se decía, uno se termina cansando y estalla; en este caso, ametrallando.
Pero,
claro, digo yo, que para eso está la otra mejilla, como es tradicional y
perentorio. Y si hace falta, pues se vuelve a empezar. Si es que desde que estamos a vueltas con lo de la
cristiandad -que siglos ha- anda que no habríamos tenido tiempo de hacer
“charlisedosadas”. ¡Todas las que hubiéramos querido y más! Pero, bueno, si el
señor Francisco considera que los de
Alá es Alá y Mahoma su profeta
sí tienen derecho a hacerlo, nosotros a chitón, que donde hay patrón no manda
marinero.
Lo
dicho, que si ya nuestros jovenzuelos no se avergonzaban de ir al altar con la
barriga por delante -lo que me parece muy bien-, ahora con la nueva normativa
-porque la palabra del Papa es ley para los cristianos- ya no es necesario tan
siquiera casarse, si acaso, más adelante, cuando ambos cónyuges estén
convencidos de que el matrimonio es algo muy “fuerte”, cuando entiendan que se
puede disfrutar de él, del matrimonio, aunque ya hayan disfrutado antes el sexo.
Es decir, como asevera el del Báculo,
el pastor de todos nosotros, él ha visto parejas entrar a la iglesia para
casarse a jóvenes con los niños de la mano, sus hijos: “primo disfrutare”,
después ya veremos.
Lo
que “el hombre vestido de blanco” no ha dejado muy claro, ni medianamente, ni nada,
es qué hacer cuando pasen esos dos o tres años después de la concepción de los
hijos si los padres se separan como en el Rosario
de la Aurora. Pues, ya se lo digo yo, que les quiten lo “bailao”, que de lo
que tenían para disfrutar ya lo han disfrutado, han estado libras de las
“ataduras” del matrimonio y se han ahorrado la indisolubilidad del Santo Sacramento. No sé, no sé, la
verdad, qué dirá a todo esto el Santo
Padre, pero el que está en el cielo. Quizá, en algún momento, se pronuncie
y nos sorprenda con un tuit. Los caminos del Señor son inescrutables
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