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domingo, 12 de junio de 2016

¡Llévese un cerdo a casa!



No sé, en verdad, cómo se las apañan los científicos. Hacen cosas que parecen de ciencia ficción, pero que son pura realidad. Ahora están metidos con los cerdos hasta el corvejón. Quieren hacerlos “campo” de cultivo de órganos humanos. Ante la escasez de donaciones, el problema se podría solventar con estos descubrimientos. O sea, que inyectan células madre en embriones de cerdo con el fin de producir embriones de cerdo humano, que estos adelantados de la Ciencia llaman, para que todos no entendamos, quimeras. Lo de las quimeras sí que lo entiendo, pero de todo lo demás no me entero de nada; bueno, sí, de los resultados, positivos, negativos o neutros. El tiempo lo dirá.

Lo que sí resulta evidente, como en todo tipo de investigación de estas características, es que hay los sus detractores y los sus contrarios, y que se plantean, sin duda, problemas éticos, morales y hasta deontológicos; incluso, para algunos, estéticos. Pero, lo que sí parece es que, de lograrse llevar a buen término la investigación, los resultados serían positivos para la especie humana. De hecho, son muchas las expectativas y las esperanzas creadas entre los enfermos que podrían beneficiarse positivamente, en principio con los afectados por las enfermedades del páncreas, órgano en el que se ha centrado la investigación. ¡Joér, un páncreas nuevo! Toda una revolución en la genética, y casi nos ha pasado inadvertido. Así es el campo de la investigación: desagradecido, sufrido y en silencio.

Afirman los científicos que la investigación y sus resultados finales no van a cambiar en absoluto la imagen exterior, el aspecto estético de los susodichos animalicos, los cerdos; aunque, en su interior serán portadores de órganos trasplantables a humanos. Por lo menos, podrán seguir viviendo su vida entre sus marranadas, que es lo que le gusta a ellos, que para eso son cerdos y para eso les  creó el Hacedor los barretales, para jolgorio y disfrute en piara.

Por tanto, ahora vamos a tener más clases de cerdo, que habrá que distinguir con claridad: los del consumo y los del cultivo de órganos. Si antes ya me gustaban de ellos hasta los andares, no les digo ya de estos nuevos que van a servir para salvar vidas. Lo malo es que los nuevicos no podrán disfrutar mucho de las dehesas, porque nacerán, se criarán y marcharán al otro mundo en los criaderos especiales de laboratorio.

Al menos, disfrutemos de los marranos -en el buen sentido de la palabra- de campo o de cebo, de los de bellota, mejor sin son de “Joselito” o “Cinco Jotas”. Lo mismo da que sean de Guijuelo o de Jabugo -de la serranía de Huelva, de Cortegana o El Repilao-. Incluso, ya les digo, como si son de los de Teruel, que malos no son, pero enormes, sí, que son, a veces, parecen más de un camello, los jamones, claro, que de un cerdo. Y, si me apuran, hasta uno serrano él, que bien elaborado -en secadero o en bodega y ahumados- se dejan comer. Ya lo creo, ya.

De los otros cerdos, los de cultivo en laboratorio para órganos humanos, que no les hagan perrerías es todo lo que les deseo. Porque, al fin y al cabo, si sale todo bien, hoy será el páncreas trasplantado -que no es poco- lo que nos podrán aportar al hombre, pero más adelante se trataría, muy probablemente, de corazones, hígados, riñones, pulmones y córneas. Quizá por eso, habría que empezar a considerarlos “ciudadanos no humanos”. Para mí que se lo merecen más que los perros, a los que algunos municipios les han otorgado esa categoría. Que no digo que sean los chuchos buenos amigos del hombre, que lo son -más que algunos otros hombres-, pero de ahí a considerarlos ciudadanos, ¡se han “pasao”! Como se pasan siempre esos que no cito, pero que ustedes se imaginan a quiénes me refiero.

La parte más negativa -dentro de lo positivo- de este experimento está en que, como dejan entrever los propios científicos, las células humanas que se inoculen a los cerdos -no sé si sería adecuado o acertado llamarlos probeta- puedan emigrar al cerebro del animal en desarrollo y lo puedan hacer más humano. Y digo yo que todavía no sé qué sería peor para el cerdo si darse cuenta de que le van a extirpar todo lo extirpable o que se va haciendo cada vez más humano. No creo que le importara mucho el que no lo declaren ciudadano.


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