Vamos a ver, que es
que no entiendo nada. Que nos lo expliquen. Piden disculpas los de la teuve
oficial, en su segunda cadena, por haber las ilustraciones sobre la información
del nuevo atentado de los yihadistas, en esta ocasión en Orlando, en Estados Unidos.
Una escopeta o rifle o artilugio para matar, pero en forma de Cruz, la de los cristianos, apuntando contra
un gay. Resulta que en el atentado fallecen -más bien matan, asesinan- a, ni
más ni menos, que cincuenta personas y los de laDos de la teuve pública se lo
asignan a los católicos, apostólicos y romanos y, por connotación, a la
derecha, a los conservadores. No por nada, hombre, pero es que estamos en plena
campaña electoral.
No es la primera vez
que cosas similares suceden en la televisión pública -en cualquiera de sus
cadenas-, pero nunca pasa nada, oigan. Basta, como en esta ocasión, que al día
siguiente se emita un comunicado lamentando el hecho y pidiendo “disculpas por
algunas de las ilustraciones emitidas”. El que tomaran esas imágenes de las
redes sociales no es, en absoluto, una disculpa aceptable; más bien, abominable,
al hacerse eco y dar pábulo a los malos, culpando a los buenos. Como tampoco es
aceptable anunciar el ente público que va a poner los medios necesarios con el
fin de evitar que se repitan “episodios tan lamentables como este”.
Y pensamos todos que
qué fácil habría sido evitar este “episodio” si se hubieran adoptado las
medidas con anterioridad. Vamos que estas cosas no deberían suceder jamás,
porque para evitar eso habrá un protocolo, digo, porque no estamos hablando de
una teuve novel, sino de la más antigua de España, donde se supone que están los
mejores profesionales, jejé, sí de la manipulación burda y obscena, que se la
meten a los peperos por los cuatro puntos cardinales y por el centro trasero. Y la Iglesia sin decir que tienen boca; estarán a la espera de la otra bofetada en la otra mejilla.
No se trata ahora,
principalmente, de pedir disculpas, que también. No se trata tampoco en este
momento de anunciar medidas que impidan estas aberraciones, que por supuesto.
Lo importante es saber cuáles son las actuaciones primeras, las perentorias;
por lo menos, para que se vea la voluntad de hacer algo, pero que esté bien.
Nada de ya veremos, ya haremos, ustedes comprenderán. No. Medidas contundentes
y ejemplarizantes es lo que el contribuyente desea. Les está sobrando tiempo ya
a los pertinentes para haber tomado la primera decisión: cese fulminante del -o
de los responsables- de que esas viñetas se hicieran públicas. Y punto, y,
vale, y punto. Que no sean tan insensatos, como el comunista Alberto Garzón -ahora en Unidos Podemos, los de elBarredor- de decir que el atentado
-obra de los yihadistas- ha sido causa del “heteropatriarcado”. De verdad, que ya estamos más que hartos de
bordelinos ocupando puestos de trabajo excelentemente remunerados y de políticos
tontos, que ni saben lo que dicen cuando hablan, pero, no obstante, en todo
inoculan maldad y perversidad. Son malos, tanto los que pusieron esas
ilustraciones como elCaballo de Troya,
elGarzón. Ya digo que inteligentes
no son, pero listos, agudicos, agudicos, van “sobraos”.
Aquí, de todas, formas,
hay muchos que dan -como dije- por los cuatro puntos. Y, en algunos casos,
hasta van trazando una línea que los une, hasta que terminan formando un
círculo. Ya me entienden. Por poner un caso, además del ya citado, seguimos
esperando la sentencia del juez sobre el juicio a los concejales podemitas de Ahora Madrid Guillermo Zapata -el antisemita, azote de las víctimas de ETA- y Celia Meyer por el asalto y apropiación indebida -robo- del
inmueble de la calle Pez, “osease” el
más conocido como Patio Maravillas.
¡Anda, desde que fue el juicio oral! Ya ha
tenido tiempo de ir el señor juez a hacer sus necesidades a La Hiniesta, allá en las tierras
olvidadas, en un rincón de Zamora.
Habrá quien diga que su señoría no quiere inmiscuirse en la campaña electoral
dictando sentencia. Lo correcto es no inmiscuirse, cierto, pero si él tiene que
sentenciar, que sentencie, que a nadie le pidieron permiso los inculpados.
Seremos después los ciudadanos los que opinemos. Porque podremos opinar, digo.
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