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martes, 14 de junio de 2016

Lo de París, una "merde"

A poco menos de veinticuatro horas del debate de los cuatro jinetes del Apocalipsis, y por más que le doy vueltas al magín -como dirían los de antaño-, estoy prácticamente igual que hace horas veinticuatro. Allí estaban ellos, cada uno con lo suyo y lo de lo demás a medias tintas. Es decir que nada nuevo bajo el sol de la noche histórica del trece de junio, y lunes; menos mal. Mientras tanto, al otro lado de la mar oceánica, el presidente de los Estados Unidos de América -un inmenso jardín, eso es América- se despachaba declarando que el atentado de Orlando es algo casero, vamos que sin mayor importancia. Total cincuenta muertos y otros tantos heridos, lo que si se compara con la matanza de las Torres Gemelas, para elObama de las narices  no tiene importancia.
Bueno, pues como ya sabrán -que lo sabemos todos- el debate de la debacle comenzó lo más lejos posible de la puntualidad castrense o la puntualidad cortés. Éramos cientos, miles -quizá más de cien mil, jéjé- los que esperábamos impacientes el enfrentamiento. Pues, ala, retraso al canto. Y realización de demencia. Buen programa para que los alumnos de audiovisuales tengan en cuenta que prácticamente todo lo que se hizo en ese aspecto es lo que ellos deben aprender que no hay que hacer. Y eran los de la Academia del Cine, que, dicho sea de paso antes de continuar, estaban todos los de la directiva allí al final. Sigo preguntándome que para qué. Ellos sabrán, y algún día nos lo dirán, pero pocas cosas más ridi se han visto en esto de la teuve, la producción y la realización.
Enfrentados, lo que se dicen enfrentados, no los colocaron. Estaban así, en medio, horizontal, como si fuera transversal, o como se dice ahora, sostenidos, pero en los atriles. De estos sí que se podría decir que vaya cuatro patas "paunbanco". De izquierda a derecha, curioso, el presi en funciones, Mariano Rajoy -elMaryjoy-, de laPepé, gallego por derecho propio, que si convence, pero no gana del todo puede que pacte con alguien o puede que no; ya se verá. A su izquierda, jójó, el líder de los de laPesoé, elPedroQué, que la emprendió a diestra y siniestra, pero que acertaba poco y excusó adelantar si en algún momento se aliaría con el que tenía a su izquierda más a la izquierda del de su izquierda, y éste, el Ciudadano, Alberto Ribera -elAlber, no el "keim"-, al que no se la pegaban más, que si los otros dos tenían corrupción -por tener algo-, al de su izquierda se lo habían "fiao", de a todo gratis, desde Venezuela. Menudo se puso el de la izquierda más a la izquierda de todos, el de la extrema izquierda, Pablo Manuel Iglesias, elBarredor. Mentira y gorda, que eso es muy grave, y tanto. No haber cogido la pasta, y ahora corre. Luego decían los suyos que era el ganador; hombre, bien mirado, sí que ganó una pasta con y de Venezuela, unos milloncejos; y el descerebrado Monedero, también. Pero, miren, en eso de los pactos poselectorales fue el más claro: Pedro, te quiero, abrázame y acompáñame, que tu amor es mi canción.
En lo de estar, se puede decir que todos estuvieron. En lo de saber estar, o ir, no tanto. Rajoy y Sánchez, pues bien, con traje y corbata azul el uno y roja el otro, como corresponde. Ribera, con traje y sin corbata, queriendo dar apariencia de joven, pero de esos bien preparados, que se lleva mucho. Pablo, como siempre, dando la nota desafinada, porque en mangas de camisa “arremangá” se cree más “guay”; puede que sí, que lo sea, los perros flautas encantados. Pero, alguien debería de desengañarlo: parecía un muchacho de barrio, fuera de lugar, como que había entrado a la fiesta porque pasaba por allí.
Ah, si, que no se olviden ustedes de los presentadores-moderadores, que también estaba allí, por si no se habían dado cuenta. Los dos varones, como que querían salir en la tele, pero no tanto como hubieran querido, y ojo al “como”. La varonesa -edad tiene para ello-, pues, hombre, no se cansa de chupar cámara. Era llegado el momento de dar el relevo, una oportunidad, a alguien, que seguro que lo habrá, digo yo, entre tanta plantilla de la teuve oficial y tan bien “pagá”.
Y eso que les decía al principio, que para el “yanqui” Obama no hay que sacar las cosas de quicio por un quítame allá esa pajas de cincuenta muertos. Cincuenta personas asesinadas por un yihadista es algo casero para el presidente de los Estados Unidos. ¡Como son tanta gente en ese país! Luego dirá, como el Papa Francisco -Javito, para los más allegados-, que si le dan una bofetada a la madre uno termina cansándose y contraataca. Lo que pasa que los asesinados eran mayormente hispanos y gays y no se metían con nadie. O sí. Entonces, los asesinatos por un yihadista de un policía y su esposa en las cercanías de París, para Obama serán una insignificancia, una “merde”.

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