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miércoles, 27 de julio de 2016

El Papa no es guerrero


He de reconocer que este Papa me tiene más que despistado. Se las quiere dar de progre la mayor parte de la veces, y otras creo que ni Él mismo se entiende con su propio corazón. Si no se entiende Él, ya me dirán qué le entendemos nosotros, los de la plebe. Me refiero, en este momento, a lo del terrorismo y, en particular, al del Estado Islámico (IS), al yihadista, el que justifica sus asesinatos en nombre de ¡Alá es grande! Y los católicos apostólicos y romanos -y de otras ciudades y países- pensamos que no nos parece bien y que estos asesinos no maten en nombre de su dios; sencillamente, que dejen de matar. Allá ellos se las entiendan con el su Alá.
El Santo Padre se ha mostrado hoy menos efusivo a su llegada a Polonia. Lo primero que ha declarado a los periodistas es que “el mundo está en guerra, porque ha perdido la paz”. Y ha recalcado que no tenía miedo a decir esto que va entrecomillado. Como les digo, todos boquiabiertos, o lo que es lo mismo, con la boca abierta. Por eso, tuvo que volver a arramplar el micrófono para que nos aclaráramos nosotros pecadores: “Hablo en serio de guerra, una guerra de intereses, por dinero, por los recursos de la naturaleza, por el dominio de los pueblos. Pero no es una guerra de religiones, porque todas las religiones quieren la paz”. Dixit.
Oigan, disculpen que insista -como el del anuncio-, pero no entiendo el primer entrecomillado y en el segundo ya es que me pierdo. No sé si, en principio, quería transmitir un mensaje subliminal para desdecirse de aquella controvertida frase, cuando los asesinatos yihadistas en Charlie Hebdo, en el sentido de que a uno no le queda más remedio que dar una bofetada a aquellos que continuamente se meten con la madre de ese uno. O si esa guerra de intereses, que dice, como si fuera la madre de todas las guerras, está provocada e inspirada por Occidente, donde se vive mejor y hay mucho dinero.
No sé, la verdad. Entiendo que el Santo Pontífice hable inspirado por el Espíritu Santo. Pero, no estaría de más que fuera más conciso, que se hiciera entender por la feligresía. Lo único que parece medianamente claro es que lo que hoy tenemos es cualquier cosa, menos una guerra de religiones. Pero, con perdón, creo que el Papa se equivoca cuando añade que todas la religiones quieren la paz. Así que ya estamos, otra vez más. Por más que diga, los hechos demuestran lo contrario. Por ejemplo, el asesinato por degollamiento del cura párroco octogenario en Francia, contra la Iglesia Católica, contra una religión.
Estos islamistas, soldados yihadistas, que asesinan en nombre de Alá es grande, han emprendido, realmente, la guerra -su cruzada religiosa- contra Europa: Bélgica, Alemania, Francia han sido últimamente sus escenarios de batalla; mañana, sólo ellos lo saben. Cada día, con nuevos métodos, como el camión atropellando a decenas de personas, como los ataques con machetes; dentro de nada, con piedras si es preciso, como su particular intifada. Cualquier cosa con la que puedan asesinar y causar dolor y pánico la darán por buena.
Ya conocen el objetivo de estos mal nacidos, como dando respuesta al Hombre de Blanco, por si albergaba alguna duda: “Conquistaremos vuestra  Roma”. Los jefes integristas, que -casualidad- nunca se inmolan, sino que mandan a los demás, instan a los fanáticos que los siguen a que atenten con armas blancas en centros de culto católico. Y esto no es de hoy, sino que lo vienen predicando desde 2014. Ahora bien, dos no se pegan si uno no quiere, o bien sólo pega uno, para que el otro ponga la otra mejilla.
Hombre, en lo que sí hay que estar de acuerdo con el Papa -porque se le entiende lo que dice- es en confiar en que “la juventud es esperanza, pues esperemos que los jóvenes nos digan algo y nos den algo de esperanza en este momento”. Ya digo, que sí, que de acuerdo, y que sea una realidad.

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