Si
lo de ayer de los jueces con la absolución del líder de Def Con Dos nos planteaba el dilema entre reír o llorar, lo último
de laSeñáManuela es “padescojonarse”.
Entiéndaseme bien, o lo que es lo mismo, cómo mear y no echar ni una gota, con
perdón. La alcaldesa podemita quiere cambiar parte del mobiliario urbano, al
más estilo progre de lo que por entiende ella, la misma, la genuina A la pobre
mujer -que no es una señora pobre- le sucede otro tanto, como a algunos jueces
de la Audiencia Nacional, que la
calor les está sorbiendo el seso: primero, se lo licúa y, luego se lo evapora.
Se les queda, prácticamente, en nada.
Quiere
laSeñáManuela cambiar el aspecto de las calles de Madrid, o sea la estética, que confunde con la ética. Está más que
harta de los bancos, los de sentarse, no los de la pasta o los expropiados,
como los de los okupas de la Barcelona
de laPescadera y podemita también.
Está hasta el moño la alcaldesa -y eso que no se sabe ni lo que tiene por
cabellera- de que los bancos de la Villa
sean bancos como lo son los de cualquier ciudad del mundo, hasta los de Zamora, por ejemplo, donde gobierna y
domina el único alcalde de Izquierda
Unida en una capital de provincia. Pues, no. La regidora madrileña quiere
unos bancos que, además de servir para sentarse -que es lo suyo propio y
natural desde hasta cuando no se llamaban bancos- se conviertan en camas elásticas para poder
saltar en ellas, a mayor solaz y disfrute y regocijo del personal. ¡Que venga
el gran Houdini y lo vea o que, si
hace, sea él quien los reconvierta, a los bancos, para los distintos usos! Todo
un arte del escapismo. Madbench se
llama el proyecto, que presentan desde el ayuntamiento, basado en la
“durabilidad, sostenibilidad y transparencia”, a lo que añaden “personalidad,
calidez y color”. Lo dicho, para no echar ni gota. Y laSeñáManuela con esos
pelos. ¡Mecá!
Otra
de las bombillas de la alcaldesa madrileña es expedir -algo así como lo de las
bicicletas de alquiler, de las que dicen que muchas de ellas ya emigraron a Marruecos-- sillas de camping, “desas”
de las de tijera que cualquier buen vecino puede alquilar por el tiempo que
considere oportuno y sentarse donde le apetezca, incluso “ala fresca” en La Puerta del Sol, a la sombra del oso y el madroño. “Sientamadrid” llaman a este otro
invento, que servirá para “diferenciar
Madrid del resto de las ciudades del mundo, con una idea “innovadora, creativa
y única en su especie”. Lo que no se especifica con claridad en esta propuesta es
si lo de única en su especie es ampliable a la señora alcaldesa. “Quepuéquesí”,
que diría un autóctono sayagués, de esos de hasta el cuarenta de mayo no te
quites el sayo. Y luego se reían de la anterior alcaldesa, con lo del “cafelito
en la Plaza Mayor”.
Pero,
no terminan ahí las bombillas de laSeñáManuela, no. Que en esto ya se pasa de
una mera luminaria a una iluminación de barraca de feria. Es que también quiere
ocupar los aparcamientos libres, por eso de su frustración de activista oKupa. Pretende
que un camión vaya repartiendo -expendiendo- por los aparcamientos libres -si
los encuentra- tres bicis y doce asientos, que se pretende sean cruzados. Es
decir, que se puedan colocar de diferente forma, lo de adelante para atrás y,
al revés; en definitiva, que sean unos asientos dúctiles, maleables o más bien
versátiles. ¡Vaya usted a saber! La finalidad es que a través de estos “sentajos”
se pueda facilitar el inicio de conversaciones con el vecino o cualquiera que
pase por allí, y, si hace al caso, poder hacer realidad formales declaraciones
de amor, al estilo Don Juan Tenorio
a la su amada. Y como a todo proyecto que se tercie, a esto lo llama A-ParK-Ando,
con la “Ka” de okupa. Ya entienden.
Porque muchos de sus concejales provienen de ese movimiento. Y a falta de pan
buenas son tortas. Cada día se les hace más difícil asaltar casas desoKupadas, así
que a por las plazas de aparcamiento, que, al fin y a la postre, son
municipales, y de allí no los hecha ni la grúa.
La
que está encantada con todo esto, como niña con zapaticos nuevos, es lasaltaCapillas, la portavoza
municipal, Rita Maestre, la del
torso desnudo y azote sexual de Ansón.
Como está en su primer empleo, esto le parece todo un mundo nuevo, más
fascinante que el de Alicia, la del País de las Maravillas, que no tiene
que ver, o sí, con la Kasa Maravillas.
Para laRita, los nuevos bancos madrileños son para compartir, en los que se
puede “charlar, comer pipas o ver pasar gente”. O sea, como en casa “agüela”,
en el cumbre, cortando trajes. Ahora que para esos burros nos habíamos ahorrado
esas alforjas, porque todo eso se puede hacer tranquilamente y de a gratis, desde
los bancos del Metro, siempre que no
ande por allí el podemita Monedero,
disfrazado de atracador de bancos.
Hay
más luminarias, pero quizá ya empiezan a aburrir al personal, que de tanto
reírnos se nos hincha la tripa y luego duele y termina cabreando. Pero, no
obstante, no podemos por menos de referirnos a la ultimísima bombilla de
laSeñáManuela, que ya no se sabe si es de las de antes, de las de filamento, de
las de bajo consumo o de las de “ledes”: va a colocar máquinas en los lugares
de los botellones -principalmente en los jardines de la Complu- para que los
que las utilicen -depositen en ellas los envases para su posterior reciclaje- reciban
a cambio un pequeño dispendio económico. Los “botelloneros”, encantados, que
además de legalizarles la “diver” les dan una pasta.
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