Ya
lo ven, el gañán este, incita a usar la violencia contra todo aquel que ose no
hablar en Catalán. Otra más de este
descerebrado, que pide a los catalanes el uso de la violencia, el “pasar a las
manos”. Se trata del protegido del delincuente y golpista Puiyidemón, un tal Santiago
Espot, el que tuvo la feliz idea de la pitada al Himno Nacional de España y al jefe del Estado en el campo del Barcelona
balón pie. Es también el de la ocurrencia de las estrelladas en el campo de
fútbol. Y es, sobre todo y ante todo, el denunciante de los letreros colocados
en Español en los comercios de Cataluña.
¡Menudo
pájaro! Ante lo que considera que “con ellos no valen buenas palabras” -los que
hablan en Español-, insta a los catalanes a ejercer la violencia activa contra
todos los que no se expresen en Catalán en tierras españolas de la región
catalana. Claro que esto se veía venir, tras lo que ya es una campaña iniciada
por el cantante aquel, que viajaba en un barco de Balearia, y demonizó y estigmatizó cobardemente, de manera ruin, al
camarero porque el café con leche no le debe saber igual si no se le llamaba
café con leche en Catalán, que, disculpen, no sé ni cómo se pronuncia ni cómo
se escribe, aunque creo que el sabor será el mismo.
Toda
esta violencia que quiere engendrar elEspot viene a consecuencia del caso del
camarero de Balearia, de la señora que quiso comer y no pudo -con lo que ganó
en su estética- o aquel otro que quería mear en una estación de tren y nadie le
explicaba en Catalán cómo y en dónde hacerlo ¡El hombre no sabía que con la
suya! Y, ahora, a raíz de una presunta falta de asistencia de un socorrista en
una playa de la costa catalana. Un niño se rozó con una medusa y dice la su
madre que el socorrista no quiso atenderla porque se dirigió a él en Catalán. Al
contrario que la empresa de los barquitos, Balearia, la del socorrista ha
demostrado que la muy arpía miente, y ha presentado testigos de los hechos.
Aunque eso alEspot le da igual. Lo que quiere es engendrar violencia, sobre
violencia.
Otro
caso más el de este nacionalista, separatista y delator, para los jueces y
fiscales, que deben estar de vacaciones, porque la incitación no sólo al odio,
sino también a la violencia, al enfrentamiento físico, es más que evidente.
Quizá este individuo está aconsejado y avalado por los Mossos disidentes y golpistas, quienes, por cierto, y a día de hoy,
siguen en sus puestos y armados, dispuestos para atacarnos. Y no es eso, no es
eso.
Miren,
sin embargo, que aunque tarde -no sabemos todavía si mal- cómo el fiscal y la Policía Nacional investigan ya los
tuites de esos malvados y perversos personajes que han expresado su alegría por
la muerte del joven torero segoviano Víctor
Barrio. Que es que ya está bien de refugiarse en la libertad de expresión
para delinquir, y que algunos jueces se lo crean. ¡Coñe! Que una cosa es la
libertad de expresión, algo muy pero que muy sagrado, y otra confundir la velocidad
con el tocino, cuando lo que se hace, verdaderamente, es cometer un flagrante
delito.
Pero
todavía hay quien dice que no, que todo cabe al amparo de la libertad de
expresión, como en los casos de los podemitas Hásel, el concejal Guillermo
Zapata o el cantante de Def con Dos, o los titiriteros del “Gora Alka-ETA, o el Jpelirrojo imagen del Maxibon de Nestlé. A este último la marca lo ha retirado de la campaña por
celebrar la muerte del torero. El culmen se lo ha ganado un profesor -¡que vaya
enseñante!-, Vicente Belenguer,
quien no sólo se regodea en la muerte del maestro torero, es que, además,
lamenta que “de la misma cornada no hayan muerto los hijos de puta que lo
engendraron y toda su parentela (…) Bailaremos sobre su tumba y nos mearemos en
las coronas de flores que te pongan, cabrón”. Y disculpen que insista, pero no
es eso, no es eso.
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