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miércoles, 10 de agosto de 2016

Matarile al maricón


Ya estamos. Si antes fueron los proetarras del guiñol, los titiriteros del “Gora AlkaETA”, les llegó el turno a la homofobia y al antisemitismo, ahora, en el madrileño barrio de Lavapiés. Para finalizar las fiestas, no se les ocurre más que -esa es otra, que hay que saber a quién- pinchar un disco del grupo mejicano “Molotov”, cuya “mayor gracia y genialidad” es su estribillo, en el que se pide dar “matarile al maricón”. ¡Velahí! Que nos diga laSeñáManuela por qué contrata el su ayuntamiento a gente con tan mala baba o por qué tiene ella concejales tan malévolos o, lo que tampoco es nada bueno, tan ignorantes. O por qué los consejeros de estos -que cobran una buena pasta- son tan malos, en todos los sentidos.
No vean qué  fiestas se han pasado los de Lavapiés. Porque no sólo se trata de la canción “Puto”, con su estribillo aberrante. Es que los vecinos y visitantes han podido alucinar en colores viendo lo que allí se trajinaba. Es lo que se ha dado en llamar la “degradación de Lavapiés”, ante lo que la oposición pepera considera que ha sido todo a causa de la pasividad de los podemitas de Ahora Madrid, que han permitido,  botellones, ruido exasperante, “venta de alcohol en la calle y trapicheo de drogas”. Para la oposición, Lavapiés se ha convertido en “un barrio sin Ley, donde impera la Ley de la Selva”. Lo que viene a ser uno de los exponentes de la cultura en estado puro de los podemitas, donde los perroflautas imponen su ley, en un barrio invadido por la suciedad, por la mierda. Algo que ya es habitual, cotidiano, no sólo en los días de fiesta y en los de las fiestas, en las que, por cierto, la mayor parte de las casetas se las concedió el ayuntamiento de laSeñáManuela a las asociaciones de los grupos radicales como los que están a favor de la legalización del cannabis, grupos okupas y otros vinculados al 15M y afines a los abertzales y proetarras.
Piénsanse estos que la calle es suya, porque los que tiene que desengañarlos ni pisan por allí, no hay efectivos; están desaparecidos. En poco menos de un año, la alcaldesa ha desmantelado la Policía Municipal y el servicio de limpieza y recogida de basuras. Lo grave de todo esto es que cunda el ejemplo y esta peste vaya extendiéndose por otros barrios de la ciudad -como ya se vislumbra en el de Las Letras- y, como la pólvora, se llegue hasta otros distritos, incluso a otros barrios de otras ciudades en las que reina el desmadre podemita.
Y si a todo esto le sumamos el grave problema de orden público que se puede originar con los “manteros”, el último que apague la luz. De hecho, estos comerciantes ilegales -tanto en su forma de vender, como en su situación en el país- están provocando una competencia brutal -y cada día más, porque hay más manteros- a los comerciantes legales, que pagan sus impuestos, con graves pérdidas económicas. Oigan, que en Barcelona y Madrid tienen copadas las calles principales, obstaculizan los movimientos de los peatones y es que, para más recochineo, se colocan delante de los establecimientos a los que les hacen la competencia directa. Los municipales hacen su ronda por el Mercado de San Miguel, en Madrid, mientras los manteros se aposentan con toda la tranquilidad en Sol, o en las Ramblas, en Barcelona, mientras los municipales de allí se van a tomar el fresco al puerto. Las órdenes son órdenes.

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