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lunes, 15 de agosto de 2016

Nadal, genio y figura

Rafa salió a jugar una vez con el pantalón al revés, y no se lo dejaron cambiar.
No sabemos si lo de atrás para adelante o si lo del interior para el exterior;
o ambas cosas a la vez. Ahí está la cuestión. Todo un enigma



El tenista español Rafael Nadal -Rafa o Nadal- consumió su tiempo en Brasil, en los Juegos Olímpicos 2016, donde el abanderado de España, como es lo obvio, representó a nuestro país. O sea, lo lógico. Se llevó una medallita, nada despreciable y muy merecida, de oro, junto a su compañero y amigo del alma, compañero Marc. El de Manacor, el tenista -también obvio- es español. Y vende españolidad por donde quiera que va. O sea, lo lógico también. Por eso, le sentó como una patada en los cataplines el hecho de que algún enviado de Puiyidemón, pero pagado por la Generalidad catalana, se le aposentara en las inmediaciones del podio portando la bandera Estrellada -la de los independentistas- cuando los dobles -Nadal y Marc- recogían las medallas de oro de los “dobles” y cuando sonaba el Himno de España.

Dentro de nada, los historiadores de pago de la Generalidad y de los golpistas -pero que cobran de nuestro dinero, todos ellos, políticos y generadores de falsas historietas- incluirán a Nadal -acaso igualmente a su amigo Marc- en los anales de la Historia de la fututa República Independiente de Cataluña, como héroe nacionalista catalán, nacido en Barcelona, que luchó contra las huestes de la Gran Bretaña en la batalla de Lepanto y que fue enterrado en el monasterio de Monserrat. Hilarante, gente, lo de estos elementos. Pero, que da igual, si ha sido cumpliendo una orden del hijo del pastelero, que se despiporra el casa de laRahola. Pues, eso, que allí estaban con la su bandera, lo que hizo que Nadal se mosqueara. Normal, a ver.

Desde luego, no se equivocarían los golpistas catalanes si trataran a Nadal de héroe para arriba. No sé, ciertamente, si es un héroe, pero un grande, seguro que sí; es más, un máquina, que se dice ahora. Llegó a los Juegos prácticamente sin reponerse de una lesión y ha jugado partidos, los habidos y por haber, y los ganara o los perdiera, siempre con tenacidad, hasta la extenuación, sin apenas tiempo de recuperación. Tal fue así que tuvo que consensuar con Garbiñe Muguruza no jugar el dobles mixto. La hispano-venezolana lo entendió, lo comprendió, vamos, y aceptó. Todo un gesto, que honra a la tenista, reciente ganadora de Roland Garrós.

Pero, Rafa es humano, como todos, y nunca se ha creído que no lo fuera; es más, todo lo contrario, su sencillez y humildad son apabullantes. Para sí las querrían -o más bien las necesitan- tanto mequetrefe que anda por este mundo de Dios. Y en su pelea por el bronce contra un japonés -de cuyo nombre no me quiero acordar- demostró ambas cosas el manacorí: sencillez, humildad y, otra cosa, templanza. Mantenían Rafa y el “japo” un duelo sin igual -tremendo, atroz, de infarto, que dicen los comentaristas de la teuve- por la tercera medalla del torneo, la del bronce. Rafa, como en muchas ocasiones, emprendió tal veloz remontada que acongojó al “japo”, que a lo visto, se debía ir patas abajo, por lo que abandonó la pista. Casi doce minutos le duró al “japo” la meada o la cagalera, vaya usted a saber. Para deshidratarse. ¡Qué olor! Una vez que tiró de la cadena, salió tan horondo el “japo”, habiendo conseguido romper la racha ganadora de nuestro tenista.

Son estrategias que se utilizan, pero, coñe, con comedimiento, que para hacer unas cacas o echar unos pises no hace falta tanto tiempo. Eso era lo que Rafa le decía al árbitro, que ya estaba bien. Pero es que el árbitro, que se las tiene juradas al español, no decía ni plus ni mus. Hasta tal punto cabreó el árbitro con su indiferencia por la acción del “japo” a nuestro jugador que Rafa, irónicamente, le pidió permiso para ir a tomarse una Coca-Cola, mejor con mucho hielo, digo yo. Y los del refresco, tan contentos por la publicidad gratuita de todo un “topten” mundial del tenis.

Comentaba el tenista español una vez finalizado el partido que en cierta ocasión salió a jugar con el pantalón al revés y no se lo dejaron cambiar. No sabemos si lo de atrás para adelante o si lo del interior para el exterior; o ambas cosas a la vez.  Ahí está la cuestión. Todo un enigma. Seguro que, así y todo, ganó. Como en los Juegos de Brasil, logró, además de una medalla, grandeza ante el “japo” y el árbitro del partido. Quizá sin la argucia y malas mañas del rival y la pasividad del árbitro también hubiera perdido. Pero, ahora queda la duda y en entredicho esos dos.

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