Aunque el exministro Soria reúna
todos los requisitos para el cargo,
su nombramiento, hoy, se torna en algo obsceno,
indecoroso e inaceptable
Vamos
a ver, hombre; a ver si nos vamos enterando, macho, que aquí parece que estamos
algunos en el guindo y que otros se comen las cerezas. Es decir, que el
exministro Soria tiene derecho al
cargo ejecutivo en representación de España
en el Banco Mundial y que no dárselo
sería una injusticia, es más hasta un delito. Bueno, siendo así, tal como se
expresan el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, y el ministro de las Economías, Luis de Guindos, nada que objetar, y punto en boca, que en boca
cerrada no entran moscas. Para ser más puntuales, aquí no ha pasado nada y todo
lo que se diga son ganas de enredar, de jorobar con la pelota.
Ciertamente,
si partimos de que el exministro Soria es funcionario público y tiene el nivel
que se exige para la okupación del cargo, así como los requisitos necesarios,
sin problema. No obstante, por mucho que se empeñe elGuindos en remachar que no es una elección política, no convence
ni a la de al lado; pero, vale: el tío está suficientemente preparado, es muy
bueno en lo suyo y muy válido. Bien. Sólo se nos ocurre un pequeño impedimento:
Soria fue ministro del Gobierno de Rajoy y tuvo que dimitir por encontrarse
inmerso en el escandalazo de “Los Papeles
de Panamá”. Desde el momento en que se tuvo conocimiento de su implicación,
Soria lo negó a diestro y siniestro, “palanteipatrás” y si fuera menester se
batía en duelo con quien se le pusiera por delante, en radios, en teuves, en
periódicos. Allí estaba, para quien quisiera algo de él. Hasta que la realidad de
los hechos le obligó a desdecirse de todo lo dicho, y tuvo que dimitir. Estuvo
mintiendo un buen trecho, y quedó en evidencia al su partido, bastante maltrecho
ya por los casos de corrupción.
No
satisfecho con todo esto, el exministro Soria, dice el ministro Guindos, pidió
el cargo ya antes del verano. De haber sabido que había esa vacante, a otros
muchos le habría interesado. Pero, la silla ya tenía pretendiente, que son más
de doscientos cincuenta mil euricos del ala, libres de impuestos. Sin
desperdicio. Sin embargo, para Rajoy y Guindos -ambos de viaje a China- el caso no tiene importancia
alguna y sólo la ha adquirido porque algunos se la han querido dar. Evidentemente,
los que somos malos de toda la maldad. Gracias.
Y
se equivocan los dos, porque, aunque el exministro Soria reúna todos los
requisitos para el cargo, lo que en otra ocasión sería algo normal y admisible
su nombramiento, hoy se torna en algo obsceno, indecoroso e inaceptable. En el
propio Soria tenía que haber estado también el no pedir el cargo, aunque sólo
fuera por vergüenza -torera o no, da igual-, porque mintió a todo el país ¡Y
cómo se ponía para decir que todo era falso! Mintió, repito, y tuvo que
dimitir. Pero, para eso estaban Rajoy y Guindos, que no han entendido que ante
el vicio de pedir está la virtud de no dar. Y punto cabal.
Y
se equivocan los dos, porque lo único que han logrado con defender la decisión
y no anularla es quedar, como ayer Dolores
de Cospedal, en ridículo ante todo
el país y su partido dividido y, por si fuera poco, en entredicho ante la
opinión pública. Y no es este el mejor momento para transmitir esa imagen, y
menos tras la doble sesión fallida de Investidura.
Allá ellos. Porque es que, miren, hasta Aramis
Fuster ha quedado en mejor lugar. Se ha pasado toda su vida viviendo de lo
que nunca fue, de bruja y de vidente. Ella misma lo ha dicho, que no es ni lo
uno ni lo otro. Ha tenido la valentía de confesarlo, aunque ello le haya
proporcionado unos ingresos extra.
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