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martes, 18 de octubre de 2016

La huída de la Guardia Civil



Güili Toledo califica de "borrachos y prepotentes"
a los guaridas civiles atacados en Alsasua


Era ya el que nos faltaba por terciar. Llevaba mucho tiempo sin decir que esa bocaza es suya. No puede tratarse de otro, es el genuino, el inigualable, el arlequín sin vergüenza de Güili de La Habana, al que se conoce más por sus bananerías que por la profesión a la que le hubiera gustado pertenecer. Para elGüili los guardias civiles atacados y beridos por los etarras de Alsasua son unos “borrachos y prepotentes, que amenazaron de muerte a la clientela de un bar” de la localidad”. Con su lógica mosquitera, este energúmeno osa sentenciar que “si una bronca en un bar de Alsasua acaba a hostias la democracia dice que Alsasua sea tomada por la Guardia Civil”.


Bueno, que quede reseñada la majadería de este elemento, que tanto hace y sufre por figurar, para justificar la manutención que le facilitan los Castro. Al fin y al cabo, una desagradable anécdota, un mal rollo, por si es que acaso a algún fiscal se le ocurriera –que no creo, no- actuar de oficio. Aunque es mucho más grave, sin lugar a dudas,  la postura adoptada por los socialistas del ayuntamiento de Alsasua, que ayer no se pusieron de perfil, que más les habría valido.

Verán, el ayuntamiento de Alsasua emitió un comunicado firmado por los grupos que lo integran. En el panfleto se solidarizan los políticos con las "personas heridas y afectadas" por la brutal agresión, pero en ningún momento se refieren a los dos guardias civiles y a sus respectivas esposas. Lo importante para los concejales de Alsasua es que a raíz de esos hechos la presencia –ahora sí- de la Guardia Civil se ha hecho masiva, por lo que se muestran preocupados y molestos estos ediles, porque esto “no ayuda a crear un clima de convivencia”. Por supuesto, parte de la culpa de todo lo que sucede en la localidad la tienen algunos medios de comunicación –no los agresores- por la imagen que están dando del municipio, “que no tiene nada que ver con la realidad”. O sea, matar al mensajero. Lo demás no cuenta, no importa que los agredidos sean agentes de la autoridad, guardias civiles. Para los ediles son tan sólo dos agredidos. La declaración está firmada por Geroa Bai, Goazen Altsasu –la marca blanca de los podemitas en ese ayuntamiento- y por los concejales de laPesoé, que -¡Manda huevos!- más bajos, increíblemente, no han podido caer.

De la actitud de los podemitas no nos sorprendemos, porque su jefe, elBarredor Pablo Manuel, nunca ha condenado a los etarras, ni quiso sumarse al Pacto de Estado Antiyihadista y es buen amigo del terrorista Otejjji. Para que ahora nos venga el secretario de Organización podemita, el explotador de su trabajador, el tal Echenique de moralina, porque la duda ofende, sobre la condena del suceso de Alsasua. Acaso elEchenique se refería a que no debería haber dudas por lo que se refiere a los podemitas listos, los suyos, los de Pablo, no a los podemitas "mediocres", los de Errejón, los más cortitos, vaya. Pero, me da a mí que en esto se engloba a todos. En fin.
Por cierto, son muchos los etarras identificados con la agresión, pero los dos que fueron detenidos ya andan por la calle, aunque con cargos. Andan por ahí, de "chiquitos", con toda la tropa "caleborroqueña", que se agrupan en una organización que se autodenomina "Ospe Eguna", que viene a ser algo así como "Día de la Huida" y que tiene por lema "Fuera de aquí". Se entiende que el día de la huida es la conmemoración, por adelantado, de la retirada de la Guardia Civil del País Vasco; lo del fuera de aquí es obvio.
Bueno, pues a ver si las palabras del presidente del Gobierno en funciones no caen en baldío y este atentado  no queda impune. Aunque, falta todavía por saber si lo sucedido en Alsasua es considerado un delito de odio o, más bien, terrorismo callejero. Si los que tienen que decidirlo se inclinan por lo segundo los dos etarras puestos en libertad y otros que puedan ser detenidos tras las investigaciones podrían enfrentarse a penas de prisión de entre seis y doce años, lo cual no está nada mal. Una buena propina para un acto deleznable.

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