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sábado, 19 de noviembre de 2016

El estiercol del diablo

La corrupción está generada por el amor al dinero.
Las empresas deben existir pero no para ganar

No hay dos sin tres, y de eso no se libra ni el mismísimo Papa, ni aunque se llame Francisco. Si cuando el atentado contra Charlie Hebdo ya la armó con sus controvertidas opiniones, con eso de que cuando se meten con la madre de uno, ese uno se la zurra al que se mete con su madre y el otro día la lió de nuevo al poner en el mismo rasero al cristianismo y al comunismo, ahora nos viene con que las empresas no deben hacerse para ganar dinero. Y lo "cacca" ante las Asociaciones de Empresarios Católicos (UNIAPAC). Sencilla y llanamente, porque "el dinero es el estiércol del diablo", por si alguien no se había enterado.

Eso, que no tienen que ganar dinero los empresarios, sino que lo que tienen que hacer es servir. Para el Sumo Pontífice la actividad empresarial supone tres riesgos, a saber: el de usar bien el dinero, el de la honestidad y el de la fraternidad. Se olvidó el Papa de otro riesgo más humano, el que corre el empresario al crear empresa. Pero, eso no tiene importancia, porque total si se hace para ganar dinero, maldito sea el diablo.
Pero más, dijo más el Pontífice, y es que la corrupción "está generada por la adoración al dinero". También se olvidó de que son muchos, muchísimos, los empresarios autónomos, o no, que con su riesgo consiguiente, y desamparados del manto protector del Papa, crean las empresas y con ellas puestos de trabajo y con todo ello se mantienen miles de familias. Coño, que no todo es morder y mamar, que se la juegan para crear riqueza, no tanta como existe en el Vaticano, pero no todos pueden ser Papa.
Miren, en una cosa sí que tiene razón. Piensa el Papa que el sistema de acceso al crédito es mejor y más barato para quien posee más recursos y más caro y más difícil para quien tiene menos. Bueno, bien, vale; pero, para saber o decir eso no es necesario ser Papa y no por ser Papa hay que considerar corruptos a todos los empresarios, por el simple hecho de crear empresas.
La verdad que cada día entiendo menos a este Señor nuestro, que cada vez que habla la cuagüa; si fuera político perdería votantes a raudales. Cada día más se asemeja a los marxistas, a quienes tanto defiende y, parece, admira. Esos, la verdad, no crean muchas empresas ni puestos de trabajo, pero sí que tienen un pasado muy oscuro, del que el Santo Padre prefiere no querer hablar.
Y así y todo, va teniendo sus seguidores entre la curia romana y en la española, a los que premia con ascensos. Es el caso del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, al que ha creado cardenal elector y que desde hoy pasa a forma parte del Colegio Cardenalicio. Un buen ascenso, sí señor, porque muchos no conseguimos en toda una vida pasar del colegio de monaguillos.
Francisco, entre otras cosas les dijo a los trece nuevos cardenales que "amen -no amén, con tilde- a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman". Todos esos deberes ya los llevaba cumplidos por delante el nuevo cardenal español. Y al pie de la letra. Seguro que el Papa tenía un buen informe de él rubricado por elBarredor Pablo Manuel. Y, si no, recuerden cómo le faltó tiempo para recibir y perdonar a la podemita asalta capillas, Rita Maestre, la concejala de laSeñáManuela y musa de Luis María Ansón. La Justicia la condenó  por el asalto al lugar sagrado -y sigue sin dimitir-, mientras que monseñor Osoro la absolvió. Una cosa es lo terrenal y otra lo divino, claro. Por eso, también confío en su absolución hacia este humilde mortal, que como Teruel, existe.

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