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jueves, 1 de diciembre de 2016

Feas y mal folladas

En Alcorcón tuvo que ser donde la ira, la de las feministas, descargara con odio. Se trata de un alcalde pepero con poca visión de la trascendencia de sus palabras. Las llamó a ellas, a las feministas, "radicales, amargadas, frustradas y fracasadas". Sólo le faltó, como escribe irónicamente una feminista, se supone, hoy en El País, tildarlas de "feas y mal folladas". Oigan que yo ni quito ni doy razón ni al uno ni a la otra. Que puede que los dos estén en posesión de la verdad. O no. Pero, coño, el alcalde de Alcorcón ya es mayorcito para meterse en esos berenjenales.

Con lo fácil y sencillo que le habría sido decir que él no tenía deseos de azotar a ninguna mujer hasta que sangrara. O sea, por la pasiva. Habría quedado como un marqués, defensor -¡jejé!- de las que durante el Pleno de la Corporación atacó sin conmiseración. Lo único que logró, por tonto, fue echárselas a todas encima -dentro de un orden-, aunque, eso sí, logró despertar a la bestia, cosa a lo que parece que no llega el podemita Pablo Manuel, por más que lo intenta.
El alcalde del susodicho pueblo madrileño se ha visto obligado a pedir disculpas por todos esos calificativos con los que adornó a las féminas feministas, repito: radicales, amargadas, frustradas y fracasadas, para que luego venga la otra dando ideas en el papel sobre lo de feas y mal folladas. Es mucho, ciertamente, aunque de todo hay en la viña del Señor. Pero, insisto, ni quito ni pongo.
Menudo revuelo ha creado el pepero David Pérez. Ha conseguido poner de acuerdo de un plumazo a toda la oposición del ayuntamiento -a los de laPesoé, los podemitas, los ciudadanos y a los de izquierdas unidos-, que reprobaron su actitud y le exigen la dimisión. ¡Hay que ver! El asunto hasta ha trascendido a la Comunidad de Madrid, donde el alcalde pepero también es parlamentario. Todos los mismos partidos le piden a elDavid que dimita.
Pero, no deja de resultar paradójico el ahínco, el énfasis y la entrega que ponen en estas cosas los podemitas de ambas instituciones, cuando son otros los que las dicen. Su jefe, el apache coleta morada, es de la misma opinión que el alcalde de Alcorcón. Y no pasa nada, porque, claro, debe ser que hace uso de la libertad de expresión, como el concejal madrileño Guillermo Zapata. A Pablo Manuel no hay cosa que le pudiera causar mayor satisfacción que azotar a la presentadora Mariló hasta verla sangrar. Pero, no pasa nada, porque es la expresión de un pensamiento -sádico, sí, y malévolo, sí, y cruel, sí, de un descerebrado, sí- en una conversación privada.
Tampoco pasa nada cuando hace unos días, muy pocos, el mismo sádico, en público -lo que quiere decir ante gente, y bastante en número, lo cual no es ya una conversación privada- viene a decir, en resumidas cuentas, que sí que está bien que haya mujeres dedicadas a la política, pero que donde mejor están, para que lo entendamos, es en casa y con la pata quebrada.
En los caos de elBarredor podemita las feministas esas, que se escandalizan por las palabras del de Alcorcón -al que, faltaría más, reprueban- se callan. O es que el gato les comió la lengua o es que puede que estuvieran tuiteando con Pablo Manuel, compartiendo vídeos de la NBA -donde salen unos tíos muy grandotes, muy machos-, cuando a esa hora el podemita tenía que estar en su puesto de trabajo, en la Comisión Constitucional del Congreso. O estaban mirando para la sopa barda. Ya digo, insisto, repito, que ni doy ni quito razón.


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