Si
las cosas van como tienen que ir, pies no pasa nada, y todos tan contentos.
Pero cuando no, lo que tenía que haber pasado desapercibido se convierte en una
llamada de atención y, como es el caso, en asunto de vergüenza ajena. Así, los
listos de la Cámara Oficial de Comercio
de España en Francia (COCEF), celebraron su ciento treinta
aniversario en la capital gala con un espectáculo cubano. Por eso de promover
la maca España. Unas chiquitas cubanas en tanga amenizaron la entrega de los
premios anuales que concede la representación empresarial española, de la que
forman parte, otras empresas, la compañía aérea Iberia y los bancos BBVA
y Santander.
El
evento tuvo lugar en un céntrico hotel parisino, junto al teatro de la Ópera. Imaginarnos podemos el nivel de
ese catorce de diciembre. Pues, imagínense también la carita que a algunos de
los invitados se les pondría cuando les plantaron a las cubanitas allí, allí
mismo, delante de los sus ojitos, media docena de morenitas en ropa más que
corta, con plumas muy grandes y lentejuelas –y azúca-, para que vieran que allí
estaba España, que eso era España, España con sus boleros y toda la salsa de
unas buenas patatas con carne. Bueno, o al menos había un español
significativo, como pueda ser –es un decir mío- el mismísimo embajador del
nuestro reino, Ramón de Miguel.
El
hecho, al final no pasó inadvertido. En la embajada española en la ciudad de la
fiesta que siempre es París abochornados estaban por el lamentable espectáculo
que se montaron los empresarios españoles. Entre los diplomáticos, enrojecidos
ellos por la vergüenza que les hicieron pasar se comentaba que lo propio habría
sido marcharse, pero les venció más la educación, las buenas maneras y la
propia diplomacia: el saber estar, aguantando el chaparrón y no formar parte de
la “timba” si se hubieran ausentado.
Sin
embargo, ya ven, todo depende del color del cristal con el que se mira. Porque
para uno de los portavoces empresariales de esta Confederación, la gente se lo pasó chupi, que era de lo que se
trataba; es más, hasta la gente aplaudió. ¡Cómo no! Si es que, claro, uno de
los objetivos era que los asistentes se lo pasaran bien y que no se olvidaran
de la efeméride. Y a fe que lo logró; aunque, si las morenitas hubieran danzado
totalmente desnudas, los organizadores habrían hecho pleno ¡No te digo! Con la
gente buena que obligatoriamente está en paro, vienen estos y nos lo cascan. O
como decían ayer, siempre ha habido analfabetos, pero nunca se formaban en las universidades. También es un decir, no me hagan mucho caso, ni al que lo
dijo tampoco. Todo sea por la promoción de la patria, a la cubana.
No
es de extrañar que en viendo estas cosas la infanta Cristina, hija de los reyes eméritos e implicada en el Caso Noós, dijera en un aparte del
juicio a unos cuantos que estaba hasta el moño de este país y que cuando
acabara todo lo suyo, el juicio y la sentencia se entiende, se las iba a pirar
de aquí y no volver a pisar suelo hispano. Es que, a lo que parece, somos un país
de desagradecidos y envidiosos, que no sabemos reconocer que su marido, Urdangarín, hizo bien su trabajo. Eso,
para que nos enteremos, y no lo corroboró con las cubanas porque hay que pagar,
y estaban en París.
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